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Janel Cuesta, en el paseo de Begoña. A. A.
Janel Cuesta: «Aquí tenemos un pegamento especial. Nadie se va de Gijón»
Medalla de Plata de Gijón

Janel Cuesta: «Aquí tenemos un pegamento especial. Nadie se va de Gijón»

El prolífico escritor y colaborador de EL COMERCIO, de 92 años, dedica su Medalla de Plata a cuantos escriben o han escrito sobre la ciudad

Viernes, 11 de abril 2025, 22:35

De su prodigiosa mente han brotado, como un manantial, 36 libros y miles de artículos con un común denominador: Gijón. A sus 92 lúcidos años, Janel Cuesta (Noreña, 1933) es, sin lugar a dudas, la enciclopedia andante mejor documentada de esta ciudad. La Medalla de Plata concedida este viernes honra una trayectoria inabarcable.

–Un gijonés de oro flamante Medalla de Plata de Gijón. ¿Nos conformamos?

–En primer lugar, decir que esto me pilló de sorpresa. Yo no sabía ni que estaba propuesto. Agradeces que se acuerde de ti, pero yo soy muy egoísta y mi objetivo es disfrutar de Gijón, de la playa, del Sporting ahora no... Y eso es lo más importante. Oye, que te dan una distinción, agradecido.

–¿Ya sabe qué dirá al recibirla?

–No... Bueno sí, diría que los premios hay que dárselos a los albañiles, mineros, carpinteros, al mecánico que me arregla el coche para que yo pueda ir al laboratorio (que decía Severo Ochoa). Si no es por el mecánico no puedo moverme por Nueva York. Y en Gijón, lo mismo. Eso es lo que siento, aunque también es de bien nacido ser agradecido.

–Frase insistente de Janel: «Gijón es el paraíso». Defínalo.

–Tenemos el club más importante de Europa (habla de 'su' Grupo, cuyo pin luce siempre en la americana). Tenemos el Santa Olaya, uno de los mejores clubes de natación de España. Pasa igual con campeonas del mundo de hockey de La Calzada... Y yo creo que como lo tenemos tan cerca no nos damos cuenta.

–¿Cómo somos los gijoneses?

–Los gijoneses somos muy buena gente, muy gijonudos. En un programa de 'La Clave' estaba Balbín con Carantoña y le preguntó 'a ver don Francisco eso del Paraíso Natural explíquelo'. Y él dice: 'Yo estoy en Gijón y en 10 minutos caminando estoy en Somió o en Deva y eso es un paraíso'. Mis nietas, en invierno, van por la mañana a esquiar a Pajares y por la tarde a hacer surf a Llanes. ¿Dónde puedes hacer eso? No nos damos cuenta.

–Y hay un singular carácter gijonés que nos distingue.

–Esa esencia gijonesa la dan el mar y el puerto. Mi padre tenía una frase: 'En Gijón es como si el suelo tuviese pegamento porque el que viene ya no marcha'. Y es verdad, es una ciudad donde nadie se siente forastero. Yo creo que esa es la clave.

–Pero hay quien dice que lo mejor de Gijón ye lo que quiten...

–Hemos hecho cosas mal contra nuestra propia ciudad. Vamos a ser realistas: el Gijón playu ya no existe porque Cimadevilla ya no es un barrio de pescadores. Hemos perdido esencias. Cambiar la rula cambió a Gijón. La rula era el ambiente de Cimadevilla.

–En la gran exposición del Revillagigedo, ¿qué añoró más?

–La gente que falta. Cuando tienes mis años te das cuenta. Yo a Agustín Antuña lo vi nacer, crecer, entrar a trabajar y de repente ves que muere. Esos amigos que te faltan es lo que te...

–¿Y de la fisonomía?

–(Piensa) Echas de menos la rula en su sitio y sobre todo el ambiente. El teatro de los Campos Elíseos, donde entraban mil y pico personas. La Pescadería tenía vida propia, aunque edificio sigue. La iglesia de San José que quemaron, que tenía una torre muy alta. Destacaría los muchos chalés de indianos que había en el centro y se fueron perdiendo.

–36 libros y miles de artículos en EL COMERCIO sobre Gijón son una aportación sustancial.

–Los libros no me dieron ningún trabajo porque lo hice como un placer, como si ellos me reclamasen a mí, como cuando la gente me viene a preguntar algo y yo puedo atenderla, entonces veo que estoy haciendo algo que sirve y lo haces con gusto.

–¿Cuál ha sido el mayor hallazgo, la mayor aportación?

–Mi mayor aportación, lo tengo siempre muy claro, fue enseñar a los chiquillos a nadar, tenían miedo al agua y al mes salían nadando como peces. Ver su alegría... Fui unos diez años profesor de educación física y aquello me llenó mucho.

–¿Más que los libros?

–Sí. De los libros considero que quizá el mayor mérito es la labor de documentación. Hoy el libro de los alcaldes no se podría hacer. La información que hay ahí es imposible de recoger, una locura. Yo empecé de chaval escribiendo de Emilio Tuya porque había sido socio fundador del Grupo, presidente del Centro Asturiano, alcalde de Gijón y presidente del Sporting; un fenómeno. Así empecé a documentarlo todo. Luego Luis Cueto-Felgueroso, que compró el 'Retablo del mar' por 5 millones de pesetas. Y yo conocí a Sebastián Miranda, porque mi madre abastecía a su familia con la carnicería de mi abuela. Siempre tuve mucha información. Y así hice por ejemplo la biografía de Carmen y Severo Ochoa hablando con ellos.

–Hizo dos de Torcuato Fernández-Miranda, pero le falta una más ambiciosa...

—Nadie escribió la gran biografía de Torcuato. Siempre hablan de la Transición, pero no se ha contado toda su vida.

–¿Lo va a hacer?

–Hombre, tendría que vivir muchos años. Ahora espero que acabe el mandato para el libro de las alcaldesas del siglo XXI si Dios me da salud. Vamos a ver el otro...

–¿Dedica la Medalla?

–Quiero dedicarla a los muchos cronistas que hay de Gijón: a Víctor Labrada y Agustín Guzmán, que escribieron libros preciosos de Gijón. A Ramón Alvargonzález, Agustín Guzmán, Isabel Moro, Ramón Avello, a todos los escriben de Gijón, a ti también... Ahora hay mucha informática, pero lo que está impreso es lo que queda, lo demás acaba olvidándose. Me gustaría que este premio sea para toda la gente que ha escrito de Gijón. Que somos muchos.

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