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Estela Martínez
En la confirmación de una figura del arte
Janel Cuesta
Lunes, 24 de junio 2024, 02:00
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Janel Cuesta
Lunes, 24 de junio 2024, 02:00
Si hay algo complejo y difícil de valorar, en los tiempos que vivimos, y muy especialmente en el mundo del arte, es sin duda alguna la obra de cualquier artista en sus comienzos, siempre influenciado y dependiente de las críticas y opiniones de los llamados ... expertos en el arte de la pintura, a los que por supuesto debemos respetar. Pero no es menos cierto que hay otra 'corriente', llamémoslo así, de los aficionados o interesados en el arte desde una visión popular; ¡vamos! esos muchos aficionados que con toda sinceridad valoran lo que les gusta y lo que no entienden, como dos formas muy simples de ver la pintura.
En el caso que nos ocupa, la archiconocida frase de que «cuando el río suena agua lleva» es lo que nos lleva a conocer a nuestro personaje de hoy, porque insistentemente nuestros lectores resaltan el placer que les brinda contemplar la obra pictórica de una artista que tras un recorrido no muy largo en el tiempo, pero sí en cuanto a estudio, investigación y trabajo, nos ofrece una autenticidad en su obra que concluye en lo que podríamos llamar placer, belleza, éxito en suma tras lograr la máxima expresión que puede albergar un lienzo.
Estela Martínez González se llama nuestro personaje. Nació en el Sanatorio del Carmen, cuando la familia residía en el barrio de La Arena, el 16 de marzo de 1978. Fue la segunda de dos hermanas hijas de Ángela González Santos, natural de La Bañeza, y su esposo el gijonés Francisco Ángel Martínez del Valle, pintor de profesión aunque no de obras de arte, pero sí un buen dibujante. Esta habilidad, salta a la vista, la heredó su hija Estela, que ya daba señales de lo que podía llevar dentro de sí, cuando aprendía las primeras letras y 'manchaba' los primeros folios en el colegio de San Vicente de Paúl, para manifestar y dar un paso más cursando estudios de delineación en el Instituto Fernández Vallín.
Ahora bien, curiosamente, tras iniciarse en el arte del dibujo, la jovencísima Estela recibió las primeras lecciones durante las vacaciones estivales de la familia en La Bañeza cuando contaba solo nueve años y sus padres inscribieron a las dos hermanas en unos cursos de dibujo para que no estuviesen todo el día por la calle. Fue allí donde Estela Martínez comenzó prácticamente a dar muestras de su capacidad para llevar al lienzo lo que tenía ante sí, primero simplemente a lápiz, luego a carboncillo, y paso a paso ir adentrándose en el grafito, el pastel y finalmente el óleo, esto ya en Gijón cuando comenzó a recibir clases de Catalina del Miro, en la calle Dindurra.
Ahora bien, es obvio que en estas breves líneas no podemos dejar constancia de 46 años de vida de una artista, ya que Estela Martínez, casada con Abrahan Puente Izquierdo y madre de dos hijos, no es de extrañar que los paisajes que tiene ante sus ojos y por supuesto su propia familia fueron las primeras fuentes de inspiración para plasmarlo en sus dibujos y pinturas, y aunque siempre con el arte como el faro que alumbra sus ilusiones, supo compaginar su vocación artística con trabajos en la hostelería, luego en un comercio de muebles y decoración. Fue precisamente en los escaparates de la cafetería Costa 94 donde comenzó a exponer su obra al público con retratos de artistas famosos, que por de sobra conocidos llamaron la atención del gran público, ante la duda de si lo que tenían ante sus ojos eran fotos o dibujos a mano y lápiz.
A Estela Martínez, que se confiesa entusiasta admiradora de la obra de Salvador Dalí, curiosamente y sin que encuentre una explicación concreta, el público le demanda los retratos de actores y cantantes como Sean Penn, Al Pacino, Clint Eastwood, Cillian Murphy, Tina Turner, David Bowie y el mismísimo Camarón de la Isla, aunque tiene algunas obras como el retrato de Sean Connery que ella estima que no tiene precio de venta.
Ya saben aquello de que «no hay mal que por bien no venga», y fue precisamente en los años de la incierta pandemia cuando tomó la decisión de dedicarse enteramente a su arte. A partir de ese momento, entre retratos de personajes, bodegones, paisajes y encargos particulares, donde no falta la ilustración para libros de arte e historia, la llevaron a dar un paso más, y muy importante en su vida como es el establecerse con su propio estudio y comercio de cara al público en la calle Adosinda, número uno. Ante su ya reconocida obra le llueven encargos de retratos de niños y mascotas que Estela dibuja con asombrosa emotividad, expresión y realismo, aunque reconoce que dibujar o pintar a los niños conlleva una mayor dificultad que obliga a concentrarse en un mundo diferente, más espiritual y emotivo, que nuestro personaje de hoy considera como una muestra más de que siempre hay que estar aprendiendo, por lo que no obstante sus latentes éxitos, sigue confiando en la experiencia y consejos de su profesora de siempre, la citada Catalina del Miro. La modestia, la sinceridad y el afán de aprender son premisas que acompañan a esta aún joven artista, de la que dicen los entendidos que hará historia y será, sin duda alguna, una de esas artistas que marcan una época. El tiempo será testigo.
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