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No hace mucho tiempo en que era frecuente escuchar la frase: «Al lado de un gran hombre siempre hay una gran mujer». Y había mucho ... de cierto en ello, pues podríamos citar una larga relación de nombres de mujeres que fueron el apoyo y la colaboración imprescindible en los éxitos atribuidos siempre al esposo, muchas veces, también reconocido por estos, como es el caso de nuestro premio Nobel Severo Ochoa de Albornoz, quien hasta sus últimos días de vida no dejó de manifestar que todo lo que había conseguido se lo debía a su esposa Carmen García-Cobián y Álvarez Nava, que todo hay que decirlo, por algo merecidamente esta gijonesa cuenta con una publicación que recoge su biografía personal.
Este preámbulo nos da pie para introducirnos en la vida de otra singular mujer, que en sus 94 años de vida, la mayor parte de ellos en este Gijón del alma, fue testigo directo de acontecimientos verdaderamente importantes en la historia de España, de Asturias y Gijón consecuentemente. Nacida en esta villa el 18 de agosto de 1910, y a la que, como era frecuente en aquella época, le pusieron el nombre del santo del día de su nacimiento, los apellidos de Juan, su padre, eran de lo más ilustres, Olano de la Torre-Lara, natural de Soria, pero descendiente directo de la Casa Olano en Tolosa, y de los Infantes de Lara en Montoro (Córdoba), con importantes gestas en la historia de España, título de marqueses que ahora ostentan los Duques de Alba. Su segundo apellido, Cifuentes, de evidente tradición gijonesa, le viene de María Milagros Cifuentes Prendes-Pando, de la que por obra de las investigaciones de nuestro personaje de hoy, plasmadas en interesantes libros de la historia familiar, sabíamos que había heredado de sus antecesores los terrenos del arenal que abarcaba la playa de Pando y su entorno, que también fue conocido como la Mar de Pando. Con posterioridad, otro de sus bisabuelos, Faustino Fernández Bobes, que llegó a ser alcalde de Gijón entre 1871 y 1872, crearía la Sociedad de Fomento que, en esos mismos terrenos de herencia familiar, construyó el Muelle de Fomento y el edificio de la sede central, que primero fueron las oficinas de dicha entidad, luego pasaron al Banco Minero Industrial, de ahí al Banco Urquijo y otras entidades bancarias y ahora alberga la redacción de EL COMERCIO.
Y no hemos hecho nada más que empezar con la interesante historia de la familia de Elena Olano Cifuentes. Su tatarabuelo Francisco de Cabo tiene sus ancestros en la Abadía de Cenero, emigrando a Cuba de joven para luego, ya de regreso a Gijón, formar parte de una interesante historia de esta villa cuando se estableció con un artístico palacete en lo que ahora conocemos como calle de San Bernardo.
Con esta 'pincelada' de los antecedentes familiares de Elena Olano Cifuentes, que curiosamente nunca asistió a colegio alguno, dado que cursó todos los estudios en su propio domicilio, con una enseñanza personalizada que quizá fue lo que con el paso de los años influyó en su espíritu de investigación. Por él sabemos que su progenitor llegó a Gijón al finalizar el siglo XIX para colaborar en labores administrativas y de organización con su hermano Alejandro Olano, ingeniero de Caminos y Puertos, al hacerse cargo de la construcción del Puerto de El Musel, en el que lamentablemente este último falleció en un accidente consecuente de un fuerte temporal el 21 de octubre de 1912.
El padre, tíos y otros familiares de Elena Olano Cifuentes figuran en la historia de la creación del entonces Club Astur de Regatas, por lo que aun sin haber destacado como deportista, nuestro personaje de hoy sí frecuentaba dicho club participando en actividades sociales y de recreo. Con sus juveniles veinte años conoció al joven langreano residente en Gijón José María Fernández Álvarez, a quien llamaban 'El Ponticu' por su vinculación con la Mina de La Pontica, con el que contrajo matrimonio tres años más tarde en la Santa Cueva de Covadonga, de cuya unión nacieron sus cinco hijos: María Elena, Jesús, Teresa, José María y Juan.
El matrimonio padeció las consecuencias de la Guerra Civil y postguerra, cuando José María, su esposo, padeció lo suyo, no obstante estar del lado de los vencedores, que también le pedían explicaciones por algunas de sus actitudes no siempre del agrado de quienes ejercían el mando. Pero la imperante necesidad del carbón que salía de 'La Pontica' con gran demanda tanto por la industria como por la sociedad en general, propició cierta bonanza para la familia y una influencia a nivel gubernamental que hizo posible tras no pocos avatares la construcción del grandioso edificio de la Universidad Laboral, llamada en un principio Orfelinato Minero José Antonio Girón, nombre del entonces ministro de Trabajo que apoyó el proyecto desde su inicio y trajo no pocos problemas para la familia que incluso llegó a padecer un periodo de cárcel del esposo y padre de sus hijos, por denuncias falsas de lo que sería absuelto. De esa historia, de la que afortunadamente nos queda uno de los mayores edificios de Europa, se ha escrito mucho y se seguirá escribiendo.
Nos centramos en la herencia histórica de Elena Olano Cifuentes, quien nos dejó una recopilación de varios siglos en el libro 'Crónicas de una familia'. En la biografía de su bisabuelo Faustino Fernández Bobes relata una interesante historia del desarrollo de la villa y puerto de Gijón, y en su otro libro 'Tiempo pasado', además de 'regalarnos' la vida y obra de su tío y padre ya citados, escribió la biografía de su abuelo Casto José Olano de Irizar, que fue director general de Obras Públicas en Filipinas. Allí realizó importantes obras de ingeniería sin llegar a formar parte de la contienda militar. Con inteligencia y riesgo de su vida, fue uno de 'los últimos de Filipinas' que logró salvar gran parte del patrimonio económico español en aquellos aciagos años finales del siglo XIX. El pasado 3 de abril se cumplieron veinte años del fallecimiento de Elena Olano Cifuentes con 94 años, dejando en ese momento 18 nietos y 24 bisnietos, residentes en varios países y orgullosos de su historia familiar, sin duda alguna, la mejor herencia de su paso por este siempre complicado mundo.
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