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Susana Alfageme y Elena Cuervo, socias en el despacho profesional desde hace 25 años. ARNALDO GARCÍA
«Intentamos divulgar la ley, que todo el mundo tenga conocimientos de Derecho»

«Intentamos divulgar la ley, que todo el mundo tenga conocimientos de Derecho»

El despacho de abogados de Susana Alfageme y Elena Cuervo cumple 25 años, el mismo aniversario de su consultorio jurídico en EL COMERCIO

OLAYA SUÁREZ

GIJÓN.

Miércoles, 6 de marzo 2019, 03:33

El despacho Cuervo & Alfageme está de celebración. Cumple 25 años desde su apertura -«recién, recién salidas de la Universidad» sus socias- y también las bodas de plata de la publicación del consultorio jurídico de EL COMERCIO. Susana Alfageme y Elena Cuervo se han convertido en veteranas letradas especializadas en asuntos de la jurisprudencia civil, pero continúan teniendo «las mismas ganas de seguir aprendiendo y hacer cosas nuevas».

«Nos ponemos a tomar un café y se nos ocurren veinte cosas. No nos queremos quedar estancadas y lo bueno es que nos divierte mucho nuestro trabajo, nos gusta y por eso mismo no nos cuesta dedicarle las horas que haga falta», dicen. Prueba de ello es que ahora planean su lanzamiento al mundo del videoblog. Con 'Abogadas al rescate' quieren hacer llegar a la ciudadanía las normas «de forma amena y que las puedan entender todos, con un lenguaje de a pie de calle». Según advierten, «todo el mundo está rodeado de Derecho desde que se levanta hasta que se acuesta, desde que enciende la luz con el contrato con la empresa suministradora hasta la relación con la comunidad de vecinos o el servicio de telefonía».

Lo pasan bien trabajando. Se les nota. Y cuando los problemas arrecian, intentan sacar lo positivo de todo con una sonrisa y con sentido del humor. Esa es la clave para mantener la armonía: «La confianza y el respeto hacia la otra», dice Susana Alfageme. «Yo no podría tener una socia a la que no admirase», ataja Elena Cuervo. Se conocieron con 11 años en el colegio. Y hasta hoy. Al instituto juntas, la carrera también y el siguiente paso natural -«y arriesgado pero que lo volveríamos hacer»- fue montar su propio despacho. Son un matrimonio profesional bien avenido que traslada esa armonía a su quehacer laboral, a sus clientes y a todos los que se cruzan en su camino multifacético. «Somos abogados atípicas», resumen ambas.

«El divorcio se ha normalizado, en los 90 se veía como un fracaso de las personas»

Llevan casos de divorcios, herencias, comunidades, contratos, impagos... todo lo relativo al Derecho Civil, aunque no es su único cometido». «Nos gusta mucho la parte de difusión de las normas. Queremos quitar esa visión más clásica del abogado que te explica las cosas con un lenguaje difícil. Nosotras intentamos que el trato con el cliente sea lo más directo y personal posible, que la persona salga del despacho sabiendo qué le pasa y qué pasos hay que seguir para solucionar su problema», señalan.

La difusión del entendimiento de las normas no solo la llevan a la práctica en el despacho, también de puertas para fuera. Colaboran en radio, televisión y en EL COMERCIO y tienen un canal propio de Youtube. «Hay mucha gente que tiene curiosidad jurídica, que no estudiaron Derecho, pero que por sí mismos quieren estar informados y saber... Eso está muy bien porque todos tendríamos que tener unos mínimos conocimientos por lo que decíamos, porque estamos rodeados de derechos y obligaciones jurídicas», señala Alfageme. «Vale más prevenir que llegar a la tesitura de tener que necesitar un abogado», añade.

Cambio tecnológico

¿Cómo ha cambiado el ejercicio de la abogacía durante estos 25 años? «Muchísimo», resumen. «Sobre todo a nivel tecnológico. Empezamos cuando, por ejemplo, en la Comisaría las declaraciones se tomaban con máquina de escribir y papel de calco. Lo más llamativo ha sido la revolución tecnológica y también la apertura a la difusión. Antes estaba incluso prohibida la publicidad de los despachos. Lo máximo que podías hacer era poner una placa en el portal con una determinada medida y un anuncio en las páginas amarillas», argumenta Elena Cuervo. Al margen del desarrollo de las nuevas tecnologías, apostillan, ha cambiado el contexto social y normativo. «Antes el divorcio no estaba igual de aceptado socialmente. Decir que estabas divorciado equivalía a decir 'he fracasado en la vida'. Había un poco de vergüenza y reticencia. Ahora está, por suerte, todo muchísimo más normalizado».

Implicación emocional

Aún así, saben que una parte indispensable de su trabajo tiene que ver con el apoyo psicológico al cliente. «Tratamos con personas que tienen un problema legal, pero con una carga emocional... En una ruptura siempre hay motivos personales, pero con la ley en la mano eso no afecta. Es decir, no importa si la mujer ha sido infiel o el marido a la hora de que el juez dicte una sentencia de custodia no tiene relevancia quién haya dejado a quién o si uno se ha portado mal como pareja, pero claro, las personas eso no lo entienden.... Esa diferencia entre lo emocional y lo legal es muy difícil de vencer», abundan.

Aunque no siempre lo consiguen, intentan distanciarse de los problemas que a diario tratan de solucionar. «Al final, siempre acabas empatizando con un cliente que lo está pasando mal», reconocen. «Nuestra materia de trabajo son problemas continuos, salvo pequeñas excepciones cuando alguien llega con una herencia sustancial de un pariente desconocido», bromean. Porque lo básico para no flaquear en las aguas del Derecho, concluyen, es tomárselo todo con actitud positiva.

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