EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Lunes, 24 de diciembre 2018, 03:59
'Correr sin miedo y no correr por miedo'. Es la premisa que guía a las mujeres deportistas desde hace una semana. El pasado 17 de diciembre, en un paraje de Huelva, apareció el cadáver de la profesora zamorana Laura Luelmo, desaparecida desde hacía ... días. Había salido a correr. Y no volvió.
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Su asesinato es el extremo más cruel de una realidad: muchas mujeres se sienten inseguras cuando salen a correr solas. En concreto, nueve de cada diez, según una encuesta elaborada por la revista Runners World y la compañía EDP a 2.500 mujeres españolas. El mismo estudio desvela que a prácticamente la mitad, el 44%, les aporta seguridad el hecho de correr acompañadas. Y esto hicieron ayer casi un centenar de asturianas que, convocadas por la periodista Cristina Mitre a través de la plataforma 'Sincronizadas', se reunieron en el 'Kilometrín' para disfrutar de un deporte que cada vez más gente practica y que se ha convertido en un medio más de reclamar seguridad para la mujer y de rendir homenaje a Laura. En esta joven pensaban ayer las participantes en la 'quedada' en el 'Kilometrín'. Calzadas con zapatillas de deporte, le dedicaron un minuto de silencio. También recordaban todas las veces que ellas mismas se sintieron amenazadas de una u otra forma al salir a correr. Y las ocasiones en que, sin llegar a percibir un peligro real, el miedo coartó de alguna forma su libertad. «Nunca me he sentido acosada, pero sí he sentido miedo que a menudo he disfrazado de prudencia», contó Mitre. «No geolocalizarme cuando voy a correr, contar en diferido que he salido, no incluir a nadie en mis redes sociales de las plataformas que utilizo cuando corro, no compartir mis entrenamientos... Es lo que hacemos muchísimas mujeres», asegura. Y, también, evitar lugares poco iluminados. No correr de noche. Ir siempre por zonas concurridas. Son comportamientos, precauciones que prácticamente todas las corredoras confiesan tomar de manera casi instintiva, sin pararse a pensar en que eso no es ser completamente libre para correr, una libertad parcialmente conquistada hace no tantos años, ya que el atletismo estuvo prohibido para las mujeres hasta el año 1963 por ser considerado masculinizante. Ahora, «en el ejercicio de nuestras libertades, ninguna mujer debería dejar de correr por tener miedo o sentirse insegura», defendió la periodista, que se confiesa «lobo solitario» a la hora de practicar el deporte y lamenta que más de una vez se ha tenido que dar media vuelta y regresar a casa al no sentirse segura para correr.
En invierno, la gijonesa María Amado no sale una vez ha oscurecido. «Hace mucho tiempo que dejé de hacerlo, por prudencia». Ana Fernández, vecina de Viesques, evita el parque Fluvial. «Es una pena, porque es un lugar muy bonito para correr, pero está tan mal iluminado y poco transitado que no me atrevo». Su amiga Laura Fernández rehuye el propio 'Kilometrín' y alude igualmente a la falta de luz: «Acabo yendo al Muro porque suele haber gente y no está oscuro». Para las corredoras son espacios del miedo como los puntos de la ciudad sobre los que advierte el Plan General de Ordenación. De hecho, ambas recuerdan el episodio ocurrido recientemente en uno de ellos, el pasadizo de la glorieta del Piles, donde un enfermo mental intentó estrangular a una mujer. «No podemos vivir así, es totalmente injusto», opina la ovetense Beatriz González. «Uno debe poder elegir cómo correr, solo o acompañado». Y sin miedo.
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