El ingeniero que se multiplica

Iba para médico y acabó como ingeniero. Dos décimas se lo impidieron. O quizá fue el fútbol, una afición que se convirtió en pasión y que por aquel entonces le tenía en la cúspide sportinguista, bajo el mando de Vicente Miera. Pero para Javier Gómez (Gijón, 1964) cambiar bisturís por placas de circuito impreso no supuso ningún problema. Todo lo contrario. «Fui inmensamente feliz».

Intentar resumir la trayectoria vital y profesional del recién elegido presidente de Caja Rural de Gijón es tremendamente difícil. Básicamente porque a este Virgo perfeccionista, responsable e inquieto le apasiona conocer nuevas cosas y descubrir otros sectores. «¿Te vas a meter en algo más?», fue la gráfica frase con la que sus padres recibieron el anuncio de su nueva responsabilidad.

Ingeniero, futbolista, entrenador, empresario y profesor. Sobre todo, profesor. Porque en la docencia encuentra su zona de confort, su forma de transmitir los valores de la vida, los que ha aprendido de sus padres, a los que adora, también de sus suegros, a los que admira, y que ha inculcado en su única hija Claudia, su gran motor, junto a su mujer. Son los valores de la lealtad, el respeto por las personas mayores, cumplir con los compromisos adquiridos, o tener claro que en la vida, junto a los derechos que hay que salvaguardar, están las obligaciones que hay que cumplir. «Tenemos la exigencia de volver a recuperarlos», afirma.

De La Calzada a Mareo

La infancia de Javier Gómez fue un ir y venir de Cuatro Caminos, donde vivían, hasta la Escuela de Fútbol de Mareo. Allí, a los 9 años comenzó la trayectoria de un sportinguista de pro que solo una rodilla maltrecha pudo truncar. Junto al Sporting, el Gijón Industrial, el Camocha y el Lealtad le han visto jugar. Tras colgar las botas y un paréntesis de escasos años, volvió a saltar al campo, aunque entonces como entrenador. Sus primeros pupilos fueron los infantiles del Codema, para pasar más tarde a las categorías inferiores del Sporting y dar el salto, con la Federación Asturiana, a dirigir la selección Sub-14. El siguiente destino fue la Tercera División (Siero, Unión Popular de Langreo, Llanes, Candás y Colunga) donde los entrenamientos vespertinos le permitieron seguir compatibilizando el fútbol con la actividad profesional. Dirige también la Fundación Quini, «por un compromiso personal con él y con su familia».

Porque, como queda demostrado, si algo caracteriza a Javier Gómez es que siempre ha estado embarcado en más de una singladura. La docencia y la empresa son los otros dos ingredientes que integran el cóctel de su vida. En la primera, comenzó a los 14 años, dando clase a críos más pequeños para sacarse un dinero extra. Entró a dar clases en una academia recién aterrizado en la escuela de ingenieros, para, a los 20 años, dirigir su propio centro, Deusto Formación. En él disfrutó con cada alumno porque es fiel defensor de que «nuestra juventud es maravillosa. El problema no son los jóvenes, sino lo que les dejamos que sean».

La Escuela Europea de Negocios, donde sacó su MBA Exetutive, y de la que fue director, le permitió extender la docencia a otros rincones de España, e incluso recibir un reconocimiento como uno de los mejores profesores a nivel nacional. Ya solo faltaban las aulas universitarias. Y en ellas entró en 2017, y adscrito al Departamento de Administración de Empresas de la Universidad de Oviedo, se le puede ver como profesor asociado en la Facultad de Comercio.

Hasta allí llega a pie, desde el Parque Científico, donde está su actual, que no primera –montó Dista Ingeniería en 1994–, empresa: Human Analytics, que combina tecnología, salud y, por supuesto, deporte.

La presidencia de Caja Rural de Gijón, en la que entró como consejero en 2018, le abre una nueva puerta, que le obligará, es consciente, a cerrar otras. Y accede con el compromiso y la exigencia de seguir haciéndola mejorar, combinando tradición con innovación.