«Lo que pasó en la ceremonia de celebración de inauguración de los Juegos Olímpicos es algo grave, el diablo se pasó de rosca», decía apenada Covadonga Cuetos. Ella era una de las feligresas que acudió a la eucaristía de reparación de las «blasfemias» infringidas en la inauguración de las Olimpiadas de París 2024 que se celebró la basílica del Sagrado Corazón, conocida popularmente como la Iglesiona.
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A preguntas de EL COMERCIO, el párroco Manuel Robles criticó lo sucedido durante el acto de apertura cuando varias drags queens, modelos, bailarines, una DJ y el cantante Philippe Katerine realizaron una escenificación que recordaba al fresco de la 'Última cena' de Leonardo Da Vinci. «Fue algo mal hecho, las Olimpiadas tiene que tener otro cariz. Si se maltrata la fe y una forma de pensar no es lo apropiado», anotó. Afeó que la actuación pasara «los filtros del Comité Olímpico, de los medios de comunicación y de la sociedad civil». De igual forma, lamentó que «los 'palos' siempre nos los llevamos los cristianos. Si estamos en una sociedad pluralista y respetuosa donde tiene cabida todo el mundo no puede pasar esto».
La feligresa Rosa María García Terrón, mitad francesa y mitad española, sentía lo ocurrido. «No debería haber pasado esto porque los cristianos no hacemos nada malo. En unas Olimpiadas no se tienen que mofar de la religión católica», dijo al respecto. «Los franceses sabemos quién está en el poder, así que no estoy extrañada por lo sucedido», añadió.
A pesar de que el comité organizador de los Juegos Olímpicos explicara que la actuación se inspiró en el cuadro 'El festín de los dioses' de Jan van Bijlert, a la comunidad cristiana no acaba de convencerle la aclaración. «Es una salida por la escuadra, es verdad que efectivamente tiene parecido con ese festín, pero la posición de las personas en la actuación y los detalles recuerdan más al fresco de Da Vinci», reflexionó Covadonga Cuetos.
La misa, que comenzó un poco más tarde de lo estipulado –a mediodía– fue poco a poco congregando a feligreses en el templo, tanto turistas como ciudadanos se reunieron para pedir perdón al Sagrado Corazón por los actos acontecidos.
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A la salida de la eucaristía María Dolores García celebró la «buena respuesta» del acto de reparación. «Esto ha servido para ver que el espíritu de Dios y de Jesucristo está vivo y que todos estamos unidos», indicó. Optimista sobre este tema, el párroco recordó que «Dios saca bienes de todos los males» y por eso «este detalle ha contribuido a que mucha gente se vuelva hacia Jesucristo, se movilice y se atreva a acercarse a Dios», concluyó.
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