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Arantza Margolles
Miércoles, 18 de agosto 2021, 02:15
Ahí, en su puesto, andaba Arturo Arias delante de su máquina de escribir, «llenando y rellenando cuartillas a toda velocidad, sentado de espaldas a los, unas veces tristes y otras alegres, ventanales de la redacción, por donde entran las ondas de ese chismógrafo que todos ... los días funciona en esa tan leída sección de la página tres». Se refería Manuel Fernández, el entrevistador, a 'Gijón por dentro', la sección en la que Arturo Arias (1921-1976) denunciaba, con todo el humor del mundo, las problemáticas de la ciudad. Aquel día, el de hace hoy medio siglo, por ejemplo, los del suelo de Cimadevilla, «plagado de pozos y desniveles».
«Creo que le vendría muy bien un relleno», razonaba Arias. Pero también: «Es que ahí, en Cimadevilla, pisan muy fuerte. Los forasteros que andan de juerga, seguramente»... Ya lo ven. No pasan de moda ni los problemas de Gijón ni el humor de Arias, que por entonces acababa de presentar su libro 'Muestras de humor en la Feria de Muestras. Una sonrisa en cada stand'. «El libro surgió porque varios amigos me sugirieron que lo hiciese», confesaba Arias, «que eso de recopilar en un libro algunos de los paseos por la Feria de Muestras era una buena idea y que iba a tener una gran acogida».
Y la tuvo porque, no erraba el tiro el buen Arias, «a la Feria le faltaba una sonrisina». Afirmaba haber recorrido la feria más de cuarenta veces en paseos que eran, cada uno de ellos, «una nueva experiencia humana. Siempre se pueden ver las cosas de diferente modo, depende del ángulo desde el que las mires. Todos los días te tomas un bocadillo en un stand, pero hay un día que ves esto que estás haciendo de forma diferente». En cualquier caso, el punto de vista de Arias llevaba siempre aparejada una sonrisa, no en vano se había merecido el título de «el 'opti' de la redacción». ¿Por qué? «Es una cosa que sale de mí, que llevo conmigo. Es lo mismo que si le preguntases a una mujer guapa por qué es guapa». Genio y figura que siempre sacaba tiempo para unas cuartillas. «¡Tengo tanto que escribir que no me da tiempo a escribir!». Lástima que tampoco la vida fuera a darle mucho más.
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