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EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Martes, 2 de abril 2019, 02:54
«El barrio lleva su huella. En cada rincón, en cada acera, en cada espacio». Así reza la placa que desde ayer recuerda, en el parque que lleva su nombre, a Rosendo Paniagua, orgulloso vecino de Tremañes y durante ocho años presidente de la asociación Evaristo Valle. «Su legado permanecerá para siempre en estos jardines que él mismo impulsó con su natural convicción y determinación», se puede leer.
Decenas de vecinos que quisieron acompañar a la familia durante el acto recordaban emocionados la sempiterna sonrisa de uno de los suyos, 'Chendo', quien se trasladó a Tremañes en 1967, procedente de su Fontalín de los Oteros (León) natal, para trabajar como metalúrgico. Lo hizo primero en Fundiciones La Nueva, durante dos décadas, y después en Fundiciones Loredo durante 17 años. Tras su jubilación se incorporó a la asociación de vecinos, desde donde impulsó, entre otras cosas, la rehabilitación integral del poblado de Inuesa, en ejecución, y el adecentamiento de espacios como el que ahora lleva su nombre, situado junto a la calle de los Bolos y la asociación que presidió hasta su fallecimiento hace cuatro años.
«Rosendo nos iba marcando las prioridades del barrio, siempre con un trato cordial y colaborador, como corresponde al carácter de una buena persona», rememoró ayer el edil Manuel Arrieta. Hoy, muchas de las cosas por las que luchó se han llevado a la práctica, «como las obras del campo de fútbol de Lloreda o el derribo del antiguo edificio del salón de actos». Paniagua falleció «con las botas puestas», mientras aún era presidente vecinal, y «hablar de él es hacerlo de un hombre comprometido, de historia viva del movimiento ciudadano gijonés a través de las asociaciones que representan las reivindicaciones de la ciudadanía». En numerosas ocasiones, reconoció Arrieta, «se piensa que somos los políticos los que hacemos avanzar la ciudad, cuando los verdaderos protagonistas del cambio y las mejoras son los gijoneses anónimos. Con su lucha humilde y continua, Rosendo hizo ciudad», reseñó.
En ello sigue hoy en día la actual presidenta vecinal de Tremañes, Carmen Fernández, quien tomó la palabra a continuación para destacar cómo consiguió «que declararan barrio degradado al poblado e impulsó el cambio tan importante que está sufriendo». «Una pena», lamentó, «que no lo pueda disfrutar él».
Sí quedará para sus descendientes. Rosendo fue «un padre y un abuelo inmejorable y un marido maravilloso, un hombre siempre pendiente de su familia», subrayó su emocionada viuda, Pilar Nieto, quien agradeció «de todo corazón» el homenaje. Éste fue más emotivo aún al contar con el respaldo de la segunda familia de Rosendo, sus agradecidos vecinos. «El barrio estaba abandonado y llegó él, tan trabajador, y consiguió que cambiase», destacó Visitación García, mientras Josefa Pérez Rego asentía a su lado: «Estamos muy agradecidos». «Era una persona entrañable, nunca beligerante pero insistente que hizo cohesión en Tremañes», resumió el párroco, Jesús Ángel Fernández. Los aplausos culminaron el acto.
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