MARCO MENÉNDEZ
GIJÓN.
Sábado, 8 de mayo 2021, 00:48
La muerte el pasado lunes de Nicolás Guerrero en Cali (Colombia) durante una de las movilizaciones populares contra el Gobierno de Iván Duque no es el primer golpe que recibe esta familia que en 2017 se había trasladado a Gijón en busca de una ... vida mejor. Ya hace casi 20 años, su padre «fue condenado a un crimen que jamás cometió» y falleció en la cárcel dos años después, según explicó su hermana Isabella a medios colombianos. El asesinato del joven grafitero a manos de la Esmad (unidad de antidisturbios de Colombia) ha causado un hondo pesar en el país sudamericano y en Gijón, donde todavía residen su joven esposa Yeaderli y su hija Emily. «Nico murió por sus ideales de lucha, quería un mejor futuro para Colombia, él quería darnos una vida digna y ver crecer a su hija en un país distinto», aseguró Isabella, que reside en México.
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También muy duras fueron las palabras de la madre de Nicolás, Laura Guerrero. «A mi hijo lo mataron vilmente. Le dispararon en la cabeza cuando estaba desarmado, le dispararon a matar. Querían matarlo y lo mataron». Según explicó la mujer, durante esa mañana Nicolás había estado recogiendo ayuda para los campamentos donde asistían a las personas heridas en los enfrentamientos con las fuerzas de seguridad. «Me decía que estaban disparando a la cabeza, a los ojos. Estaba muy triste porque a su amigo le habían golpeado en un ojo», explicó. Su madre apuntó que ese día hubo «mucho descontrol por parte de los armados, porque las personas estaban en una vigilia».
Este caso está siendo tan controvertido en Colombia que incluso las autoridades de Cali están investigando la actuación policial en la muerte de Nicolás Guerrero. A ello hay que añadir que el amigo de la víctima que grabó todo el suceso en vídeo, el DJ local Juan de León, tuvo que abandonar la ciudad de Cali después de haber recibido numerosas amenazas. Además, el joven Nico resulta ser hijo del primo del alcalde de Cali, Jorge Iván Ospina, quien se ha implicado directamente para que se aclare lo sucedido, al tiempo que condenó el actuar de los policías que apuntan sus armas a los ciudadanos, y explicó que «sí hay halcones de la muerte, personas que estimulan que las concentraciones y los conflictos se resuelvan a través del derramamiento de sangre». También el arzobispo de Cali, Darío Monsalve, intervino en esta polémica e hizo un llamamiento a la Policía y al Ejército para que «no usen armas de fuego en la ciudad ni abusen contra ninguna persona».
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Mientras tanto, en Gijón, como publicó ayer EL COMERCIO, viven la mujer y la hija de Nicolás, quien había abandonado la ciudad hace solo cuatro meses para afrontar un importante reto profesional en su localidad natal: «Tenía un proyecto con la Alcaldía para hacer talleres artísticos y decorar todos los municipios de Cali», explicó a este periódico Yeaderli Muñoz, quien participa junto a su hija en la elaboración de un mural que recuerde la figura de su marido, un grafitero conocido artísticamente como 'Flex' y que ha dejado muestras de su talento en paredes de Cimavilla y Moreda.
La joven familia no está sola en Gijón. También cuenta con el padre de Yeaderli, Wilder Ferney Muñoz, quien no se separa de ellas en estos duros momentos. También están arropadas por la amplia comunidad colombiana en la ciudad.
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