La alcaldesa de Gijón, Ana González, destapa la placa en homenaje a la hermana Covadonga. joaquín Pañeda

La hermana Covadonga se queda para siempre en El Natahoyo

Cofundadora del albergue Covadonga, la religiosa, fallecida hace dos años, cuenta desde este mediodía con una placa en su honor que recuerda su ingente labor en pro de los más desfavorecidos

Viernes, 7 de mayo 2021, 15:00

«Covadonga representaba el concepto universal de humanidad, transmitía una energía vital increíble». Así se refirió Julio Jonte, presidente de Proyecto Hombre, a la hermana Covadonga, quien fuera cofundadora del Albergue Covadonga, en el acto celebrado en el parque de El Natahoyo ... en el que se colocó una placa en honor de la religiosa.

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«Siempre dio techo a los necesitados», «Su oficina era la calle» y «Se implicaba en todo y con todos» fueron algunas de las frases que se escucharon.

Porque todo fueron palabras de agradecimiento y elogio para la religiosa Covadonga Donate Vigón, fallecida en febrero de 2019, y que cosechó un profundo sentimiento en el barrio al que consagró gran parte de su vida.

La placa fue impulsada desde la asociación de vecinos Atalía, de El Natahoyo, cuyo presidente, Álvaro Tuero, desglosó una parte de la vida de la religiosa nacida en Sama y que falleció a los 91 años en Ciudad Real, y recordó que «no creo que hubieses alguien en el barrio que no le debiese un favor». Incluidas las inyecciones que ponía a cuantos lo precisaban. Porque fue vecina, practicante, educadora y « todo lo que fuese necesario en cada momento».

El acto contó con la presencia de la alcaldesa, Ana González; la concejala de Atención a la Ciudadanía y Distritos, Loli Patón, y la concejala de Cooperación al Desarrollo, Carmen Saras, amén de vecinos y amigos, personas que la conocieron muy de cerca y quisieron mostrar la gran labor que realizó Covadonga Donate.

J. Pañeda

También Morala asistió al acto. Gran amigo de ella, como también lo fue Luis Redondo, porque para ella no primaban las ideologías sino las necesidades. «Era una todo terreno», dijo Luciano González, secretario de la asociación vecinal. A su lado, Consuelo Gómez, vocal, que reconocía que «siempre me acordaré de ella porque era maravillosa, un encanto y ella fue quien me curó una alergia a la humedad que nadie sabía curarme».

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La religiosa, perteneciente a la comunidad de las Siervas de los Pobres desde 1952, fue Medalla de Plata de la ciudad. Esa fue solo una de las muchas distinciones que recibió por cuatro décadas de trabajo en beneficio de los más desfavorecidos.

Al barrio de El Natahoyo llegó en 1971. Allí dejó una huella imborrable que la placa descubierta hoy ayudará a las generaciones venideras a acercarse a la figura de «una mujer única».

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