![Una conocida hamburguesería del centro de Gijón cierra sus puertas tras 42 años](https://s2.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2024/05/04/chopper-gijon-klwH-U22019644873qWG-1200x840@El%20Comercio.jpg)
![Una conocida hamburguesería del centro de Gijón cierra sus puertas tras 42 años](https://s2.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2024/05/04/chopper-gijon-klwH-U22019644873qWG-1200x840@El%20Comercio.jpg)
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N. Vivar y R. F.
Gijón
Sábado, 4 de mayo 2024, 12:36
Hace año y medio ya se le pasaba por la cabeza a Francisco Javier Álvarez Sánchez la idea de la jubilación. Esperaba por tanto dar este salto «cuando toque» y a sus 63 años, el dueño de la conocida hamburguesería «de toda la vida» de Gijón, Chopper Burguer, ya lo ha decidido. Este establecimiento familiar cierra este mes sus puertas necesitando ya un descanso y cambiar de manos. Será el 26 de mayo cuando dirá adiós. Hasta entonces seguirá ofreciendo «la misma calidad de sus productos» tras más de cuarenta años en activo, destaca Álvarez Sánchez.
El negocio hostelero, en la calle Muelle de Oriente, junto a los Jardines de la Reina, ha cumplido 42 años después de que allá por 1982 encendiera sus fogones. Por aquel entonces nadie apostaba por este establecimiento que en septiembre José Luis Álvarez -suegro de Francisco Javier- abriría con la ilusión intacta de quien comienza un nuevo proyecto. Cinco años más tarde, su yerno se hizo cargo del negocio y lo ha mantenido sin apenas hacer cambios. La misma barra, los azulejos y el suelo del primer día y solo algunos detalles nuevos, como vitrinas con botellas, pero, sobre todo, el mismo estilo de hamburguesa, dan vida a un local que se alza en el barrio, pese a las dificultades del momento.
Francisco Javier presume de tener una clientela que abarca tres generaciones y de haberlos tratado desde que eran chavales hasta ahora, que ya son padres. Por eso no se reconoce en servir comida americana sino que habla de la suya como «una hamburguesería de barrio».
Parece confiar en las claves de su éxito, porque responde rotundo que es imprescindible «tener siempre la misma hamburguesa, no cambiar». Eso le hace vender solo dos modelos de la misma, la más básica, con pepinillo, tomate, lechuga y cebolla, sin sal ni salsas. «El secreto también está en hacerlo todo al momento, no hay nada que se recaliente o que se tenga ya cocinado», manifiesta. Y tampoco necesita florituras. «Yo he probado hamburguesas de todo, de caimán, de cocodrilo o de lo que sea y a todas se les echa mucha salsa y eso enmascara lo que estás comiendo».
Reconoce que en la actualidad «la publicidad manda», sobre todo «en las grandes cadenas», pero a él le funciona lo que digan los clientes», que son en los que confían a manos llenas. A ellos, precisamente, les agradece tantos años y el seguir contando con esa «maravillosa clientela que ha hecho posible llegar hasta aquí».
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