Hallan muerto a un octogenario en un trastero de Gijón donde vivía solo

El propietario de unos trasteros en la calle Julio, en el barrio de El Llano, localizó ayer el cadáver de un hombre de ochenta años que vivía de alquiler en uno de ellos. Aún se desconocen los motivos de su muerte, pero el fuerte olor que desprendía el cadáver pone de manifiesto que el deceso se produjo varios días atrás. Los vecinos de la zona aseguran que el fallecido vivía solo en el trastero que había alquilado el 11 de noviembre. Un hecho que el propietario aseguró desconocer. En el momento de la firma del contrato, no obstante, el hombre aseguró que había sido expulsado de su vivienda tras el fallecimiento de su mujer.

El pasado viernes, el dueño de otro trastero se puso en contacto con el interesado para advertirle del fuerte olor que salía de uno de los cuartos. Ante el aumento de las quejas, al día siguiente, el arrendador se desplazó hasta lugar para intentar poner fin a la situación que incomodaba a vecinos y usuarios. Al llegar, comprobaron que el olor salía de uno de los dos trasteros que el fallecido tenía alquilado. «Eran un olor parecido al de la carne en mal estado», comentó e intentó, con labores de limpieza en el pasillo poner fin al hedor.

Sin embargo, la pestilencia perduraba el domingo, por lo que tanto el propietario como el encargado intentaron ponerse en contacto con el fallecido para comunicarle que iban a proceder a la apertura del trastero para encontrar el foco del mal olor. «Creíamos que podía estar de vacaciones y queríamos entrar para poner fin a la situación», afirmó ayer el arrendador. Tras varias intentos infructuosos, ayer procedieron a la apertura y fue entonces cuando se encontraron el cadáver del hombre. Se encontraba desnudo y tumbado boca abajo en un colchón.

En torno a la una de la tarde, agentes de la Policía Nacional se desplazaron hasta el lugar de los hechos para, junto a la autoridad judicial pertinente, realizar el levantamiento del cadáver. Las investigaciones policiales aún no habían hecho públicas anoche, por lo que se desconocen las causas de su muerte.

Los vecinos aseguran que el hombre, que se desplazaba con muletas, recogía chatarra y la introducía en el trastero. Además, parecía sabido por todos que vivía en pésimas condiciones. «Hacía más de diez días que no lo veía merodear por la calle», declaró uno de ellos. «Era un buen hombre, quizás algo malhumorado, pero nunca generó ningún problema con los vecinos y tampoco con nosotros», aseguró la propietaria de un bar de la citada calle Julio.