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Inaugurado el 25 de abril de 2003, el Jardín Botánico Atlántico se ha consolidado como un museo vegetal especializado en la flora y la vegetación de los territorios atlánticos de ambas orillas oceánicas. Un espacio con más de 30.000 plantas de 2.500 ... especies diferentes que ocupan actualmente alrededor de 18 hectáreas, de las 25 que conforman el ámbito seleccionado en su momento, y donde se incorporaron espacios tan singulares como el Jardín de la Isla o la carbayera del Tragamón.
Tras el cambio de gestión que supuso en 2021 su salida de Divertia para incorporarse a la Concejalía de Medio Ambiente, el equipamiento se encuentra inmerso en una etapa en la que prioriza mantener y ordenar sus colecciones con asesoramiento científico, así como renovar infraestructuras que quedaron obsoletas con el paso de los años, antes de seguir creciendo en extensión con el desarrollo de nuevos biomas.
Así lo explica Luis Miguel Álvarez, jefe del Servicio de Protección y Educación del Medio Natural y gerente del Botánico, quien asegura que para afrontar nuevas fases del ambicioso esquema director diseñado hace dos décadas sería necesario ganar más superficie de terreno.
La estrategia de futuro a largo plazo, en función de las posibilidades económicas que tenga el Ayuntamiento, pasa por la ampliación del Botánico en una finca que en un primer momento se pensó que era propiedad de la Universidad de Oviedo y cuya titularidad en realidad es del Principado. Se trata de una parcela anexa que, según Álvarez, «encaja como anillo al dedo» y que la está utilizando actualmente un ganadero de la zona para sus yeguas. «Cualquier intento de ampliación para nuevos biomas (como el tropical americano de complejo desarrollo, que necesita inversión en invernaderos, y el bioma templado americano, cuya incorporación resulta más factible) necesita proyecto de paisajismo y nuevas hectáreas», apunta el gerente.
El gran último impulso dado al recinto fue en 2018, tras seis años de trabajo, con el desarrollo del bioma americano y el laberinto de laurel.
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PILAR GUTIÉRREZ
Para adelantarse a la celebración del 20 aniversario, que tendrá lugar el próximo martes, EL COMERCIO reunió ayer en la finca de La Isla, una de las grandes áreas temáticas para los visitantes, a más de una treintena de los trabajadores que se encargan cada día de que estén en perfecto estado de revista las instalaciones de investigación y ocio. Los guardianes del Botánico, con el equipo de dirección a la cabeza, tienen claro lo que necesita el museo vegetal de Cabueñes para crecer en número de visitas y sea más visible su importancia a escala regional. «El orgullo que siente la ciudadanía de Gijón por este espacio tiene que convertirse en orgullo de toda Asturias», remarca Álvarez, quien desde hace un año analiza detalladamente con su equipo la percepción de los visitantes con encuestas de satisfacción a través del móvil. «Más del 75% de quienes se acercan al Botánico, fuera de los meses turísticos de verano, son de Gijón. Pero del resto de la comunidad autónoma, y especialmente de Avilés y Oviedo, nos visita poca gente», certifica Luis Miguel Álvarez. Para ganarse la estima del resto de habitantes del Principado también se está trabajando en el desarrollo de programas, en colaboración con el Gobierno regional, para que el equipo científico del jardín gijonés salga a recoger semillas de especies vegetales amenazadas en diferentes localidades asturianas para conservarlas posteriormente en el banco de germoplasma del Botánico y evitar que se pierda ese patrimonio genético.
Miguel Ángel Fernández, encargado del mantenimiento y conservación vegetal desde hace 15 años, resume su experiencia en el Jardín Botánico como «una carrera de obstáculos diaria para conseguir, con escasos medios (sobre todo humanos), pero mucha voluntad, convertir un espacio complejo desde el punto de vista del mantenimiento en un referente del que sentirnos orgullosos haciendo lo que sabemos hacer de la mejor manera posible, a pesar de todas las dificultades y problemas, y que no se podría lograr sin el esfuerzo y el trabajo constante de las pocas pero valiosas personas que formamos parte de los diferentes equipos de trabajo (jardineros, personal de limpieza, taquilla, funcionarios...).
En cuanto a los resultados de ese trabajo, asegura que «serán los visitantes del Jardín Botánico Atlántico quienes juzguen si merece o no la pena el esfuerzo y la dedicación». En cuanto al 20 aniversario, aprovecha la ocasión que le brinda la celebración de la efeméride para «reclamar más medios y recursos que nos permitan mejorar nuestro trabajo».
Nuria Amaro, responsable de la tienda de regalos del Botánico desde 2005, recuerda que cuando se inauguró el recinto eran mucha más plantilla, sobre todo en atención al público, que eran casi el doble. «Ahora estamos en la estructura del Ayuntamiento y es todo más rígido. Hasta la lista de los productos en venta de la tienda de regalos tiene que aparecer publicada en una ordenanza», explica. «Me gustaría que hubiese una línea en el Botánico con independencia de cambios políticos», señala. «Se puede potenciar más en materia de promoción porque es un espacio con muchas posibilidades en el que hay cabida para todo: actividades científicas y educativas y también otras más orientadas a lo lúdico y el ocio», defiende.
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«Hay que hacer más actividades como la de los Güevos Pintos gigantes de esta pasada Semana Santa, que fue un éxito, para que la gente que es de Gijón repita visita», argumenta. Respecto a los turistas que vienen de fuera de Gijón, asegura que «se quedan alucinando al ver que hay un bosque dentro de un jardín botánico». A su juicio, lo que necesita el recinto al cumplir 20 años «es más inversión para actualizar sus instalaciones».
Roberto Expósito, vigilante del recinto, es el trabajador más veterano y el único miembro que forma parte de la plantilla desde el mismo día de la inauguración. Empezó su labor con casi 22 años y ahora ya tiene 42. «La gente, por regla general, se comporta aunque en momentos de aglomeración, como en las jornadas abiertas, hay situaciones como críos corriendo por donde no deben y padres que se lo permiten», refiere.
Destaca que el jardín con sus especies vegetales «creció muchísimo y ha ido mejorando. A la gente le gusta y cuando hay algún evento responde». Por su experiencia con lo que le comentan los visitantes cree que «falta más indicación de las zonas, porque con el mapa solo la gente no encuentra las cosas».
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