![El acusado, que había aceptado 5 años y 9 meses de cárcel por secuestrar a un gijonés en marzo de 2020, en el momento de la detención por delitos graves en Madrid.](https://s1.ppllstatics.com/elcomercio/www/multimedia/2023/07/05/secuestro-detenido-gijon-k0PF-U200701249464PWC-758x531@El%20Comercio.jpg)
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Apenas unos minutos después de aceptar una condena de cinco años y nueve meses de cárcel por secuestrar a un gijonés en marzo de 2020, le estaban esperando fuera del juzgado los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) y de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Asturias para volver a detenerle. Pablo P. J. fue esposado e introducido en un vehículo policial para trasladarle a la Comandancia. Junto a él, su novia, que le había acompañado desde Madrid por el juicio que tenía pendiente en Gijón y cuyos cargos reconoció, al igual que su compinche, Cecilio R. M.
Ambos aceptaron la condena y tenían pensado volver a sus respectivas casas hasta que se ejecutase la sentencia y tuvieran que regresar a prisión, donde ya estuvieron dos años en calidad de presos preventivos. Para Pablo P. J. los planes fueron distintos. Ya contaba con otra condena de cárcel por un secuestro cometido hace años y hoy ha vuelto a ser arrestado por un delito grave cometido en Madrid.
Durante el juicio celebrado en la Sección Octava de la Audiencia Provincial la fiscalía rebajó la solicitud inicial de 14 y 11 años de prisión respectivamente al apreciar las atenuantes de confesión y reparación del daño. La víctima, Pablo Juan Sánchez, no tuvo que declarar debido al acuerdo alcanzado entre las partes por lo que no tuvo que volver a ver a dos individuos que en marzo de 2020 le secuestraron a punta de pistola a las puertas del negocio de caravanas que regentaba su hermano en el polígono de Pervera. Lo trasladaron en el maletero de un vehículo hasta Valencia, donde lo tuvieron retenido durante días, atado con cadenas y junto a un bidón de ácido sulfúrico, donde amenazaban con meterle de no recibir los cinco millones de euros que pidieron como rescate a la familia.
La presión policial y la inminente llegada del encierro por la pandemia del coronavirus, hicieron que los raptores liberasen al joven gijonés en un pueblo de Albacete. Le dieron dinero para que cogiese un autobús hasta Gijón. A día de hoy, según sus abogados, continúa muy afectado psicológicamente por lo que tuvo que vivir.
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