OLAYA SUÁREZ
GIJÓN.
Domingo, 29 de abril 2018, 01:59
Son los encargados de intervenir en situaciones de alto riesgo y en las que se requiere una rápida resolución. Donde cada segundo cuenta. Estos agentes curtidos en el Grupo de Acción Rápida (GAR), el antiguo Grupo Antiterrorista Rural, que durante décadas luchó contra ... ETA, ponen ahora en práctica su pericia en operaciones de alta cualificación y peligro, como la reciente detención de una banda de butroneros a los que sorprendieron in fraganti en una joyería de El Llano.
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Su formación, experiencia y precisión ha hecho que la Comandancia de la Guardia Civil de Gijón pusiese en marcha hace aproximadamente un año un grupo experimental, la Unidad de Reacción Operativa (URO). «Se trata de aprovechar los recursos humanos de personal cualificado, con muchas horas de trabajo y formación a sus espaldas. Se solicitó esta posibilidad y lo autorizaron desde Madrid; por ahora el resultado está siendo muy satisfactorio», explica el responsable de la unidad, quien prefiere guardar el anonimato incluso en su nombre. «Trabajamos en situaciones de riesgo extremo y cualquier precaución es poca», apunta.
Los pilares sobre los que pivota su trabajo es el entrenamiento y en la planificación de los planteamientos tácticos. «A la hora de intervenir nos tenemos que poner en la peor de las hipótesis posibles porque con certeza no sabemos lo que nos vamos a encontrar, aunque exista un trabajo previo de otras unidades, prácticamente nunca conocemos al cien por cien todas las circunstancias que se pueden producir», explican.
Su cometido abarca temáticas muy variadas: operaciones de droga, terrorismo islámico, robos o secuestros, entre otros muchos. «Somos el primer avance de la intervención de los grupos de reacción, una forma de ganar tiempo hasta la llegada de los grupos especializados procedentes de Madrid», señala el responsable. Ocurrió en el atraco con rehenes del pasado mes de noviembre en un banco de Cangas de Onís, donde un secuestrador acabó suicidándose en el interior de la oficina tras casi tres horas de tener retenidos a los empleados. Se desplazaron hasta la localidad del Oriente asturiano pero no fue necesaria su intervención por el devenir del suceso. Para entonces también los efectivos de las unidades de Madrid viajaban a Asturias en helicóptero.
Disposición, 24 horas
«Estamos de guardia las 24 horas y en cuanto nos avisan nos tenemos que personar en pocos minutos en el punto de encuentro para que nos den las instrucciones y vestirnos con el equipo especial», detallan. Su atuendo incluye cascos, chalecos antibalas, rodilleras, guantes anticorte, armamento largo y material específico para cada intervención. Porque cada servicio es diferente: «No es lo mismo entrar en un piso a detener a una persona que intervenir en un centro comercial por una alerta terrorista, cada servicio tiene sus especificidades», puntualizan.
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EL COMERCIO acompañó a los miembros de la Unidad de Reacción Operativa (URO) durante uno de los entrenamientos en un edificio abandonado de la administración en el que ponen en práctica las tácticas de intervención. En esta ocasión, simularon la entrada en un domicilio particular para localizar y detener a un delincuente armado.
La coordinación entre los guardias y la determinación a la hora de actuar deja poco lugar a la interpretación. «No podemos desvelar el trabajo, pero lo indispensable es la preparación previa y la técnica, que solo se consigue con mucho entrenamiento y trabajo», apunta el responsable de la unidad. Cada uno de los agentes que la integran están destinados en distintas áreas de la Comandancia de Gijón y se juntan como grupo de trabajo cuando la situación así lo requiere.
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Disfrutar con el trabajo
«No todo el mundo vale para aguantar una situación de tanto estrés, pero los que estamos en esta unidad somos gente que disfrutamos con el trabajo y con lo que hacemos», resume el responsable de la unidad. Son funcionarios curtidos y con un amplio bagaje en situaciones de crisis, como las misiones especiales en las que han participado en países como Afganistán o Haití. ¿Y cómo se lo toma la familia? «Bien, con naturalidad, saben que es nuestra profesión y están acostumbrados, además, esto es más llevadero para ellos que una misión de seis meses lejos de casa», consideran. Mientras esperan su próxima intervención, entrenan de forma intensa para que los peligros no les pillen de imprevisto.
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