Los grandes eventos culturales del verano gijonés esperan atraer a más de 100.000 personas

Reunidos por EL COMERCIO, los promotores no pueden evitar bromear y desahogarse de la tensión acumulada. Se ponen serios, eso sí, a la hora de hablar de las dificultades para programar sus distintos eventos. «¿Complicado? Todo. La normativa cambia cada poco, la que nos regula salió el 10 de junio y aún puede cambiar si suben los contagios», explica Ramón Noguera, copromotor del festival Tsunami, que se ha mudado temporalmente a El Molinón y la plaza de toros y espera congregar a 20.000 personas. «A base de muchas horas de trabajo y buen hacer las cosas salen para delante, pero todo cuesta más dinero y sale menos rentable», reconoce. Eso sí, garantiza: «Las producciones no van a bajar en calidad, el estándar es lo mismo o más».

«El proceso para preparar este verano fue caminar a palpo. Estamos viviendo en la cuerda floja, sabiendo que la situación puede dar un vuelco en cualquier momento», relata Marino González, director de Metrópoli. «Hasta el día 10 no supimos qué podíamos hacer y entre el 10 y el 24 debimos sacar la licencia y adaptar el plan a las exigencias del Principado, trabajando en tiempo récord». En su caso, calcula una media de 1.800 asistentes por concierto, un total de 60.000 sumando todos los programados. Recuerda que «los artistas cuestan lo mismo, pero nosotros vamos con mayores gastos de infraestructura y menores beneficios».

Félix Domínguez, director del Yeyé -relevo del Euroyeyé- lanza un órdago al público. «Ahora le toca a la gente dar la cara e ir a los eventos. No se está pidiendo una limosna, van a disfrutar de algo que cuesta el triple hacer». Su festival, siendo «totalmente 'underground'», tiene un público previsto de cerca de 4.000 personas. «Pero da igual el tamaño, desde el festival más minoritario al más multitudinario tenemos los mismos problemas». En este punto, el director de Metrópoli llama a «hablar más de lo bueno». «Gijón es una ciudad referente en el norte de España y en el país por la cantidad y calidad de sus eventos musicales y culturales», afirma. «Gracias al esfuerzo de la gente involucrada, desde el Ayuntamiento al promotor», puntualiza Domínguez, que explica que Divertia paga el caché de los grupos que actuarán en Fomento durante el Yeyé.

«La colaboración público-privada», coincide Marino, que percibe 50.000 euros del millón que cuesta organizar el Metrópoli. Y Ramón, que dice recibir en ayudas municipales un 4% del presupuesto del Tsunami, lo secunda: «Aquí se rentabiliza hasta el último euro. La inversión que se hace dese lo público está muy reforzada por lo privado y la ciudad se beneficia. Y sin ese apoyo municipal, muy probablemente los promotores irían a otras ciudades donde sí lo tuvieran». Pero no es solo hablar de dinero, sino también de dónde se posiciona la ciudad con eventos como estos: «La gente que tiene por decidir dónde va de vacaciones este año, si está interesada en la cultura, en la novela negra, en el lado más rock de la cosa, en el cómic y la música de Metrópoli o en ese pequeñísimo yeyé está eligiendo venir aquí, y eso es difícilmente cuantificable».

Ángel de la Calle, director del evento que más subvenciones públicas recibe, la Semana Negra, sostiene que «en un año normal todas las ayudas que podemos recibir no llega al 20%», un dinero que, defiende, «retorna a la ciudad ya que cualquiera de los eventos suponen un pulmón económico. Toda ayuda es una inversión, no un gasto, porque repercute en todo lo demás». Este año, el festival literario tendrá un formato «de guerrilla callejera». Faltarán señas de identidad como el tren y el periódico 'A Quemarropa' será de digital. En su caso, calcular el número de asistentes a los nueve días de eventos resulta complicado: en las charlas habrá un máximo de 900 personas al día y en los conciertos diarios, 175. A todo ello habrá que sumar los asistentes a la exposición en el Barjola, la feria del libro y los puestos de restauración y artesanía, cuyo aforo estará sujeto «al protocolo covid del momento». Como mínimo, se calculan unas 10.000 personas sin contar el público que pueda seguir 'online' el evento.

El último en aterrizar fue el Oye Gijón, cuyos promotores Esteban Pola y Samuel Nuño vieron «que la programación a partir de la segunda quincena de agosto decaía bastante» y decidieron cubrir ese nicho. Ellos no han recibido ayudas y coinciden con sus compañeros en que «supone un riesgo importante hacer algo en estas circunstancias, pero siempre trabajamos con ese componente del riesgo y la incertidumbre». Confían en atraer a más de 10.000 personas y lograr asentarse en el verano gijonés, tras dos años «en los que nos hemos visto bastante desatendidos, sin ingresos pero sin perdonar gastos».

Tanto Pola como el resto de promotores reclaman «más apoyo» del Gobierno autonómico, que este año suspendió las ayudas a LEV Festival y Tsunami. «Somos una pata importante del turismo», remarca el promotor del Oye Gijón. Marino, de Metrópoli, critica que «el Principado no ayuda en nada» y coincide en que el turismo de festivales «es absolutamente necesario para que nuestro turismo no sea un turismo envejecido. La gente que viene con 23 años y tiene una buena experiencia en un festival se la lleva grabada y vuelve». La oferta continuará en septiembre, con citas como la CometCon, que se celebrará en el recinto ferial Luis Adaro.