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En las últimas semanas hemos visto 'familias' de jabalís cerca del Museo Evaristo Valle o paseándose alegremene de noche por las inmediaciones del Somió Park, en Somió. Otros ejemplares también se han adentrado por calles de La Calzada, el parque fluvial de Viesques y hasta en la mismísima playa. La presencia de estos animales por zonas urbanas habitadas o transitadas carreteras es cada vez más frecuente. Precisamente, el aumento de la población fue lo que llevó al Ayuntamiento de Gijón, ya en 2021, a firmar un convenio con el Club de Arqueros de Villaviciosa para intentar controlar su expansión.
Se trata del llamado plan selectivo de control de jabalíes, supervisado por la Consejería de Medio Rural, la guardería rural y el Servicio de Protección a la Naturaleza (Seprona). Una campaña de control en la que no se utilizan armas de fuego sino arcos y flechas, que se lanzan desde una serie de puestos ocultos a lo largo de todo el municipio. En total, son diez los arqueros que durante las noches colaboran con Gijón, en su tiempo libre.
Desde el Ayuntamiento se asegura que muchos de los ejemplares que se han visto en los últimos días por zonas urbanas no han podido ser abatidos. La caza de jabalíes conlleva una serie de requisitos: no se pueden cazar todos los ejemplares, ni tampoco se puede actuar en todos los sitios donde se dejan ver. «Durante los últimos meses fue época de crías por lo que hubo algunos ejemplares vistos en zonas urbanas que no pudieron ser abatidos bien por no cumplir con el peso mínimo que estipula la normativa o por tratarse de madres con crías», señalan fuentes municipales. Se estima que en los próximos meses la situación mejorará porque varios ejemplares serán ya adultos y por tanto estará permitida su caza.
Las zonas más afectadas por la presencia de jabalíes en Gijón son las parroquias de Somió y Granda. Allí es donde se concentran las poblaciones de siudos más populosas y donde más animales se abaten. Las mismas fuentes indican que «este año se ha logrado abatir casi el doble de los ejemplares que el año pasado, por lo que el control de la población está funcionando». De hecho, en septiembre pasado se cazaron una decena de ejemplares, una cifra elevada con respecto a otros meses.
Un problema añadido, a la hora de controlar la expansión de los jabalíes en la ciudad, es la zona donde sean detectados. Un ejemplo claro es lo ocurrido hace unos meses en la rotonda del Caballo, donde se observó la presencia de algún animal. «En ese lugar no se puede cazar, porque si el jabalí es herido pero no abatido, puede salir corriendo hacia la autopista, generando un accidente», explican.
El concejal de Infraestructuras Urbanas y Rurales, Gilberto Villoria, se mostró conforme del resultado del plan de control selectivo. «En general estamos satisfechos con cómo se está gestionando esta situación y con el control que se está haciendo de la población de jabalíes; se está haciendo un buen trabajo. Los vecinos pueden estar tranquilos: sabemos que es una cuestión a la que hay que prestar atención y así lo hacemos desde la concejalía». Pese a las recientes apariciones por Somió, Villoria asegura que «la realidad es que se ha reducido la presencia de jabalíes y que seguiremos trabajando en ello».
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