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OLAYA SUÁREZ
GIJÓN.
Domingo, 6 de agosto 2017, 01:22
La historia de Francisco Rodríguez es la de un padre privado desde hace tres años y un mes de su derecho a ejercer la custodia y la patria potestad de su hija de diez años. Es la historia de un gijonés denunciado en tres ocasiones ... por su expareja por delitos de malos tratos de los que fue absuelto y la de un hombre que permaneció ingresado durante cien días en el Hospital de Cabueñes después de que el amante de su exmujer a punto estuviese de quitarle la vida al apuñalarlo brutalmente.
Irina F. A., la madre de su hija, lleva desde el 10 de julio de 2014 en búsqueda y captura por el secuestro de la menor. Su rastro se pierde en Brasil, a donde viajó, supuestamente desde Lisboa y en compañía de un ciudadano brasileño que durante un tiempo trabajó en un centro ecuestre de Viesques. La orden dictada por el juzgado de Instrucción número 3 para la localización de la madre, gijonesa de 41 años, continúa vigente, pero el paso del tiempo ha ido mermando las esperanzas del padre para que el intrincado caso se resuelva. «Es una frustración total, una impotencia tremenda que solo quien haya pasado por una situación parecida puede entender; es un infierno», resume Francisco Rodríguez, quien considera que «la Justicia no da la suficiente importancia al secuestro parental, se trata como si fuese un delito menor y es igual de grave que un secuestro de un niño por parte de terceras personas».
Apuñalado Francisco Rodríguez fue apuñalado por el amante de su exmujer. Estuvo cien días hospitalizado. El agresor fue condenado a 7 años y medio de cárcel.
Denuncias Su expareja, Irina F. A., lo denunció en tres ocasiones por malos tratos. Fue absuelto en todos los procedimientos.
Custodia Los jueces concedieron la custodia de la menor, que ahora tiene diez años, a su padre.
La huida La madre viajó con su hija a Brasil en julio de 2014 para no tener que entregársela a su padre, como ordenaba la jueza.
En las últimas semanas se ha visto «muy sensibilizado» con el caso de Juana Rivas, la granadina que permanece escondida con sus hijos de tres y once años por su negativa a entregarle a los menores a su exmarido, a quien los jueces han concedido su custodia. A diferencia de esta historia más reciente -donde el progenitor tiene una condena de malos tratos hacia la mujer- Francisco ha salido absuelto de las tres denuncias que Irina F. A. interpuso contra él. «Claramente era una venganza para que los jueces no me diesen la custodia y no me dejasen ver a la niña», asegura. Este último extremo Irina lo consiguió, ya que hasta la celebración del juicio se interrumpió el régimen de visitas con la pequeña.
La desgracia se cruzó en su camino el 7 de marzo de 2010 cuando el hombre con el que por entonces su mujer mantenía una relación le apuñaló gravemente y a punto estuvo de matarlo. «Venía en coche con mi madre del pueblo y dejé el vehículo debajo de su casa, en la avenida de la Constitución para que ella subiese las bolsas. De pronto noté que abrían la puerta del conductor y una persona a la que no había visto en la vida me apuñaló. No recuerdo nada más», relató la víctima. Esa persona era Julián D. F., monitor de gimnasio, condenado posteriormente a siete años y medio de prisión por un homicidio en grado de tentativa.
Según él mismo manifestó durante el juicio, quiso vengar el daño que supuestamente que le estaba haciendo Francisco a Irina, con la que mantenía una relación. Mantenía, porque después de su detención nada volvió a saber de ella. «Creo que ya no somos pareja porque ni me volvió a llamar ni me fue nunca a ver a la cárcel», dijo resignado ante el juez. Cumplió su condena y desde hace meses se encuentra en libertad.
Se da la circunstancia de que dos horas después de que el agresor fuese arrestado por la Policía Nacional, Irina F. A. se personó en la Comisaría para interponer una denuncia por malos tratos hacia Francisco Rodríguez. «Lo hizo para cubrirse las espaldas porque se iba a ver que ella estaba detrás de todo y había sido la que había incitado a ese individuo a base de mentiras para que me matase, siempre ha sido una manipuladora», asegura Francisco.
«Durante meses incumplió el régimen de visitas que estipuló el juez, hasta que nos citaron en el juzgado a los tres y ese día la niña se fue conmigo de vacaciones diez días, pasado ese tiempo se la entregué a la madre, que tenía la obligación de llevarme a la cría a los diez días. No la volví a ver hasta el día de hoy», relata el desesperado padre, camionero de profesión.
Hace un año, explica, «a través de la cónsul en Brasil me informaron de que la habían localizado en Mata Grosso; desde entonces no ha habido ningún avance, depende de la Policía Federal de Brasil y si ellos no la buscan, nada se puede hacer desde aquí», señala. Su vida durante estos tres años y un mes ha sido de espera e incertidumbre. «Es capaz de cualquier cosa para que la niña no vuelva conmigo», sentencia.
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