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La construcción del nuevo templo duró una década. E. C.
Cuando Gijón recuperó la iglesia de San Pedro

Cuando Gijón recuperó la iglesia de San Pedro

75 años. El 20 de mayo de 1945 se colocó la primera piedra del templo de Campo Valdés tras ser dinamitado el antiguo en la Guerra Civil. Presidió el acto el obispo Benjamín de Arriba

ARANTXA MARGOLLES

Domingo, 17 de mayo 2020, 23:48

Tres cuartos de siglo después de su colocación, sigue bajo los cimientos de San Pedro la piedra inaugural y el tubo de cristal que esta contenía. Dentro, un pergamino diseñado por Catrain y firmado por las autoridades presentes; varias monedas; un ejemplar de EL COMERCIO y otro del 'Voluntad', y sendas fotos del antiguo templo, de los altares y de la imagen del santo. Resurgía la iglesia de San Pedro, templo parroquial por antonomasia de la ciudad y el único que existía hasta la llegada del de San José en 1893. Quiso el destino que la suerte de ambas iglesias fuera pareja. Destruidas con dinamita en 1936, ahora se afrontaba su reconstrucción.

Hará 75 años esta semana, en el caso de San Pedro. Fue un lluvioso 20 de mayo, en 1945, cuando arribó a la ciudad el gallego Benjamín de Arriba y Castro, a la sazón obispo de Oviedo, con una agenda apretadísima: a las ocho y media de la mañana dirigió un retiro de los jóvenes de Acción Católica y a las cuatro y media de la tarde impuso insignias a 200 mujeres de la Juventud Femenina en La Milagrosa. Mientras tanto, todo quedaba listo en Campo Valdés. La grada de público, a pesar del mal tiempo, se llenaría para las seis y media, cuando comenzó la misa, la bendición y el canto de letanías.

Cayó de domingo. Lo contamos el martes: «En la tarde de anteayer tuvo efecto el simbólico acto de la bendición y colocación de la primera piedra de la nueva iglesia parroquial de San Pedro Apóstol, que se levantará sobre las ruinas de la destruida en 1936, cuando la época de la dominación roja». Estuvieron presentes las autoridades del momento: el alcalde de Gijón en funciones, Rafael San Juan; la Comandancia de Marina y la jefatura local del Movimiento, presidida provincialmente por Julio Tajuelo y, en lo local, por Manuel Martínez de la Vega; el comisario jefe de la Policía, Pablo Espada, y demás.

Los planos de la obra, un cuadro de Celestino García de la Cruz representando la antigua iglesia y banderas de Acción Católica y de la Juventud Mariana, completaban el cuadro. «Don Benjamín de Arriba y Castro se revistió de pontifical con mitra y báculo y procedió seguidamente a la bendición de los solares». Fue también el encargado de echar la primera palada de tierra a la piedra inaugural y, con otros, firmó el acta al efecto. «Para mayor gloria de Dios, honor de la Bienaventurada Virgen María, esplendor del culto y provecho espiritual de las almas, en la tarde de hoy, domingo, 20 de mayo de 1945, bajo el Pontificado de nuestro Santo Padre el Papa Pío XII y el Gobierno Nacional del Generalísimo y Caudillo, Excelentísimo señor don Francisco Franco Bahamonde (...) bendecimos y canónicamente colocamos (...) la primera piedra, cuadrada y angular, del templo que en sustitución del destruido el año 1936, durante la dominación marxista se construye a expensas del Gobierno Nacional y del pueblo de Gijón», rezaba el acta inaugural, si bien de los cerca de 4 millones de pesetas que costó el templo apenas 150.000 salieron de las arcas del Consistorio y poco de la Dirección General de Regiones Devastadas, el plan de ayuda estatal.

Cena en el Hotel Asturias

Casi todo lo sufragó el pueblo. Así lo advirtió Arriba aquel día, en un breve discurso. «El día tan desapacible me obliga a decir tan solo dos palabras», anticipó. «Es muy importante la colocación de esta primera piedra, pero mucho más es la colocación de la última, o sea, el que todos veamos enteramente reconstruido este templo de Dios. Por eso invoco a todos que contribuyáis con vuestro óbolo a la pronta terminación de este edificio así como al de la parroquia de San José, a cuya aportación económica espero igualmente ayudéis en medida de vuestras posibilidades».

Terminó el discurso «con vivas a Cristo Rey, a Gijón, a España, a San Pedro, contestados por el pueblo, que asimismo daba incesantes vivas al señor Obispo». Hubo vino de honor en las Dominicas y a los obreros que trabajaban ya en las obras de reconstrucción se les obsequió con una cena en el Hotel Asturias, «costeada de su pecunio particular por los miembros de la Comisión organizadora del acto». Diez años durarían las obras hasta que se consiguió colocar la última piedra. Esta vez sí.

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