La alarma sobre el estado de la casa mariñana de Nicanor Piñole, en la parroquia de Cabueñes, que su viuda Enriqueta Ceñal donó al municipio en 1994, ha llegado a nivel rojo. Después de casi treinta años de un deficiente mantenimiento, el histórico inmueble, ... así catalogado por el Servicio de Patrimonio Cultural del Principado, y que estaba destinado, en principio, a acoger una exposición permanente sobre la vida y obra del pintor, está apuntalado y, a decir de los propios técnicos del Servicio de Arquitectura y Mantenimiento del Ayuntamiento de Gijón, con serias patologías que obligan a una pronta actuación sobre su estructura. La perseverancia del PP gijonés, a través de su presidente y diputado regional Pablo González, ha dado sus frutos después de meses de requerimientos. Los técnicos reconocen, por escrito, serias deficiencias, hasta diez, y plantean «una propuesta de intervención que supone la consolidación estructural del edificio, sustituyendo las partes no recuperables!, trabajos para los que Patrimonio pone una larga serie de condicionales, a la vez que «insta» al Ayuntamiento de Gijón al inicio de las obras.
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En un escrito remitido el 24 de octubre pasado al presidente de la Junta General del Principado, el Ayuntamiento asegura que «constata la existencia de goteras en puntos singulares y conflictivos de los faldones de la cubierta, como son las claraboyas, chimeneas y paredes laterales de la buhardilla, que son el origen de la mayoría de las patologías existentes en la vivienda, siendo especialmente conflictivo el canalón semioculto que existe en el faldón sur, que ha provocado la pudrición de la viga que soporta la cubierta del zaguán. También se han observado ligeros hundimientos de los faldones de la cubierta, perdiendo su planeidad, debido al estado de las vigas principales de la cubierta».
En base a todo ello, los técnicos plantean diez medidas: 1) Sustitución completa de la cubierta, eliminando claraboyas y el canalón semioculto del faldón sur. 2) Mantenimiento de las chimeneas y la configuración de la buhardilla. 3) Reparación de las vigas de cubierta afectadas que sea posible. 4) Sustitución de las vigas principales y de las secundarias en las que no sea posible su recuperación mediante refuerzos. 5) Reparación y refuerzo de la viga de la escalera en el forjado de techo de planta baja. 6) Tratamiento preventivo contra xilófagos, consistente en proyección presurizada de gel insecticida-fungicida. 7) Reparación del suelo de una de las habitaciones exteriores. 8) Aplicación de lasur a poro abierto con biocida para protección de la madera. 9) Levantado de la cubierta de la panera en las esquinas noreste y suroeste para reparación del tableado del soporte de la teja, y 10) Revisión general de la cubierta de la panera.
Con la realización de estas obras, se considera que se lograría la «consolidación estructural del edificio», que, pese a estar catalogado como Bien de Interés Cultural (BIC), presenta un estado más que deficiente, está apuntalado desde hace años en su mismo acceso principal y, como aseguran los propios técnicos municipales, tiene algunas vigas podres, numerosas goteras, y no pocos hundimientos en su cubierta. El Principado, una vez analizados los informes, insta al Ayuntamiento de Gijón a «adoptar a corto plazo... las medidas correctoras propuestas y prolongar la vida útil del inmueble», y también lo «insta», a que «mantenga informada a esta Consejería sobre la fecha de inicio de las obras». Con todo, también desde Patrimonio se advierte al Consistorio que, para ejecutar esos trabajos, deberá de observar una amplia lista de condicionantes, sobre todo en lo referido a materiales de obra, que deben de respetar con el máximo rigor las condiciones del histórico inmueble.
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Los males de la casa mariñana de pintor no son nuevos. Ya en 2013 los técnicos levantaron la voz de alarma. En inmueble, catalogado, corría ya entonces serio riesgo de venirse abajo. Las termitas se habían adueñado de su estructura y su tratamiento no admitía demora. El efecto de la plaga era notorio en todas las estancias, aunque lo que más preocupaba era la zona que afectaba a las vigas maestras. La antigua casa de Piñole, lugar donde el pintor costumbrista se inspiró para desarrollar buena parte de su celebrada obra, volvía a pasar momentos de incertidumbre. Fue donada para museo y amenazaba ruina. Ahora, camino de los treinta años de la donación, la finca 'El Llosu', que así se denomina, sigue sin uso, en permanente silencio y a la espera de destino.
La casa solariega, incluida en el catálogo urbanístico municipal con máxima protección, se encuentra apenas de medio kilómetro de la carretera del Infanzón que linda con Deva, en una cota elevada y de fácil acceso, aunque su histórico pasado pasa totalmente inadvertido. Solo quien se acerque al pontón de acceso puede observar el busto de Nicanor Piñole colocado sobre una peana al otro lado de la panera y con la vieja vivienda en frente, a pocos metros, con el pórtico de la puerta apuntalado para evitar que se venga abajo. Sus 225 metros cuadrados permanecen en pie, al menos de momento. Luego, en la parte trasera, la finca la completa una parcela de 3.550 metros cuadrados con su pumarada. En ese entorno vivió Nicanor Piñole muchas temporadas estivales hasta que falleció, ya centenario, en 1978.
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El destino municipal de todo ese conjunto empezó a escribirse en 1994 cuando la viuda de Piñole, Enriqueta Ceñal, poco antes de fallecer, decidió donarlo al Ayuntamiento de Gijón, eso sí, con una cláusula inmutable: su uso tendría que ser de forma obligada como museo en memoria y recuerdo de su marido. Así se firmó en tiempos de Vicente Álvarez Areces como alcalde gijonés, y así se acordó para generaciones futuras. No había plazos, pero tampoco posibilidad de cambiar los deseos de la donante. La casa mariñana pasó, desde entonces, a formar parte del patrimonio municipal, pero sin que nadie tomara una decisión sobre su destino. 'El Llosu' estaba destinado a ser un museo, pero ello no parecía encajar en los planes del ayuntamiento local. Así se llegó al año 2011, más de tres lustros después de formalizada la donación. Eran los últimos meses del tercer y último mandato de Paz Fernández Felgueroso como alcaldesa de la ciudad. Se decide entonces que aquel entorno no reúne condiciones para museo y, en consecuencia, a pesar de lo estipulado en la donación de Enriqueta Ceñal, se saca toda la finca a subasta con un precio inicial de 600.000 euros. La subasta no llegó a llevarse a cabo, pero el museo y el mantenimiento de la casa solariega, tampoco.
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