Jugadores de una de las categorías inferiores del Gijón Industrial, entrenando ayer en el campo de El Frontón. J. C. ROMÁN

El Gijón Industrial teme tener que reducir equipos por el paso del vial por El Frontón

«De la noche a la mañana nos convertimos en nómadas», dice el Veriña más de una década después de abandonar el campo de San Martín

Iván Villar

Gijón

Viernes, 12 de abril 2024, 02:00

En la zona oeste la construcción de los nuevos accesos a El Musel condiciona la calidad ambiental, la salud, la movilidad... y también el deporte. El trazado diseñado en su momento para mejorar las conexiones del puerto por carretera atravesaba tres campos de fútbol base, ... dos de ellos ya desaparecidos y otro pendiente de la decisión final sobre el proyecto.

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Las instalaciones con su futuro en el aire son las de El Frontón, un campo situado entre las calles Betty Friedan, Médico Carlos Prieto y Federica Montseny que el Gijón Industrial utiliza para los entrenamientos de parte de sus categorías inferiores. En concreto, cada día entrenan sobre su césped cuatro de los casi veinte equipos con los que cuenta esta institución deportiva de la zona oeste. Y no son más porque, ante la incertidumbre sobre su futuro, desde hace un tiempo el club concentraba cada vez más entrenamientos en su campo principal de Santa Cruz, «que ya está masificado y no da para poder entrenar todos».

El trazado del vial de Jove ocupa de portería a portería casi la mitad del campo de El Frontón, una propiedad particular que el dueño cedía al club pero que ya ha sido objeto de expropiación por parte del Ministerio. El club es consciente desde hace tiempo de esta circunstancia, pero no es lo mismo que la futura carretera discurra soterrada en un falso túnel, con la posibilidad de reponer después el campo, a que lo haga en superficie, como ahora plantea Transportes, ocupando buena parte del terreno. «No nos darían las dimensiones para fútbol-11. Habría que reducir el campo y tendríamos que mirar si nos da para fútbol-8», apunta el presidente del Gijón Industrial, Rafael Menéndez.

Por el momento, «nadie nos ha llamado ni para marcar el campo ni nada. Mientras no nos digan nada, seguiremos ahí. Y cuando llegue el momento, pediremos que nos dejen seguir hasta que vayan a meter las excavadoras, que parece que va para largo». Menéndez sí tiene claro que, con menos terreno «tendríamos que reducir equipos, porque Santa Cruz no daría abasto. Ahora ya tenemos que meter a algunos alevines solo en medio campo para que puedan compartirlo a la vez dos equipos».

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En 2012 el Veriña ya tuvo que dejar el campo de San Martín, que el vial atravesaría por encima sí o sí al estar ubicado antes del inicio del tramo soterrado. Aunque el terreno ya había sido expropiado en 1999, se permitió al equipo seguir utilizando el terreno. Pero su progresivo deterioro y la complicación de invertir en un campo condenado a la desaparición acabó forzando la mudanza. «El mayor perjuicio no fue en lo económico, sino en lo moral y la pérdida del arraigo. De la noche a la mañana nos hicimos nómadas», apunta su presidente, Gonzalo Llano. Tras tres temporadas jugando en los campos de la Federación Asturiana de Fútbol en Roces, el Veriña acabó asentándose en el campo municipal de Lloreda. Mientras tanto San Martín se convirtió en una zona de acopio de tierras donde apenas quedan como recuerdo del uso deportivo parte de las casetas de vestuarios. «Está hecho un adefesio», lamenta Llano.

En 2018 fue la Peña Hermanos Castro la que tuvo que despedirse del campo de La Boroñada, afectado por las obras de desdoblamiento de la GJ-10 entre Lloreda y Veriña que, pocos meses después de su inicio, quedaron paralizadas y siguen sin horizonte de reinicio a la vista.

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