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Gijón es ahora mismo sede de cuatro consulados honorarios. Los de México, Francia, Hungría y la República Checa (en Oviedo están radicados otros cinco: los de Marruecos, Italia, Malta, Paraguay y Costa de Marfil). Pero en la ciudad llegó a haber una docena de ... estas agencias consulares. En las dos últimas décadas han ido desapareciendo las de Finlandia, Países Bajos, Alemania, Noruega, Chile, Suecia y más recientemente Panamá. También aquí, como en otras esferas de la vida, el problema es la falta de relevo generacional.
«Es una labor que realizamos por pura filantropía, por amor al país al que representamos y por vocación de servicio. Porque, aunque somos honorarios, no recibimos ningún honorario por esta función que conlleva tiempo, dinero y esfuerzo», expone Jesús Gutiérrez, cónsul honorario de México desde 2014 pero profesionalmente dedicado a la gestión de proyectos de desarrollo inmobiliario.
Los cónsules honorarios tienen entre sus funciones asistir a los nacionales del país al que representan; realizar determinadas gestiones administrativas; tramitar documentos (como pasaportes o visados) y actuar en calidad de notario y funcionario de registro civil (tramitan por ejemplo, partidas de nacimiento). «Son trámites que se siguen resolviendo de forma manual, es todo físico por motivos de seguridad», explica Luis Castaño Colina, cónsul honorario de la República Checa desde 2020, que añade que además de estas funciones, los cónsules honorarios también «asumimos cuestiones de relaciones empresariales y culturales entre ambos países».
La de la República Checa es la más reciente de las agencias consulares abiertas en Gijón. Tiene bajo su paraguas al colectivo de checos que residen en Asturias y Galicia –en torno a «unas 300 o 400 personas»– pero no es infrecuente que, por proximidad, acudan a él nacionales que residen en Castilla y León. A Castaño y su mujer, la checa Jana Ferfecki, fueron los propios agregados de la embajada –con quienes contactaron a raíz del accidente de escalada de unos compatriotas en el Urriellu– quienes les plantearon la posibilidad de recuperar el consulado honorario que ya había funcionado en Asturias. Tras aceptar, el empresario gijonés –que llevaba años en relaciones comerciales con el país de su mujer– tuvo que viajar «a Praga para que me entrevistaran en el Ministerio de Asuntos Exteriores» y superar una especie de proceso de selección en el que se valoraron aspectos como su capacidad para representar al país, su trayectoria profesional o el manejo de idiomas. En su caso, no le exigían hablar checo, pero «sí que la asistente del consulado lo hable». Ese puesto lo ocupa su mujer.
En Gijón, los más veteranos en el cargo son los cónsules honorarios de Francia –Sofía Paquet lo desempeña desde 2006, según datos del Ministerio de Asuntos Exteriores–, y Hungría, Guillermo Tóth. 25 años lleva este húngaro de nacimiento y gijonés de adopción como cónsul honorario. Antes había sido agregado comercial de la Embajada de su país (con 27 años fue el más joven de los diplomáticos de Hungría en España), lo que en buena medida motivó su designación.
Aunque reconoce que la carga de trabajo se ha reducido en los últimos años «porque ahora los trámites más importantes están centralizados en Madrid», en la embajada, «la parte más importante» de su trabajo sigue siendo «la relacionada con las funciones de notario fedatario internacional». Pero no lo es menos la asistencia a compatriotas a los que ofrece «consejo» o «ayudas». A los de todo el norte –el consulado más próximo es el de País Vasco– e incluso a los del resto de España porque, apunta su mujer, María Nagy, su teléfono de contacto está siempre disponible. «Hace lo imposible por ayudarles».
«Nos separan tres mil kilómetros pero entre Hungría y España existe una simpatía mutua», destaca Tóth, que cifra en unos 300 los compatriotas establecidos en Asturias. «Los que aquí arraigan están muy contentos. Suelen ser gente preparada, formada», dice este cónsul honorario que, en determinados aspectos, se reconoce «más orgulloso de España, un país que es muy generoso, que de Hungría».
Javier Gutiérrez, estrechamente ligado a México por lazos familiares –su mujer es mexicana– y profesionales trasladó en 2016 a Gijón el consulado honorario que había abierto dos años antes en Oviedo. La desaparición de los consultados de Galicia y País Vasco ha multiplicado el número de personas atendidas. En las oficinas gijonesas, con cita previa. Pero «el teléfono está abierto 24-7». En Asturias, calcula que haya unos mil mexicanos. A los pensionistas «cada seis meses tenemos que renovarles la fe de vida para que puedan cobrar aquí la pensión del Instituto Mexicano de la Seguridad Social».
Uno de los momentos más emocionantes de esta última década fue el reconocimiento que se le brindó en el buque escuela de la Armada mexicana durante la escala que realizó en Gijón en mayo pasado. «Estoy tratando de que esté el próximo año en Avilés e instalar en él el consulado móvil».
Consideran interesante los cónsules honorarios radicados en Gijón que, como ya ocurre en otras regiones, existiera aquí «una mesa consular», pensada como un espacio de debate e intercambio de opiniones, de promoción de actividades diplomáticas. «Sería muy interesante e importante, y no solo a nivel de Gijón, sino también de Asturias», considera Luis Castaño. Recuerda el cónsul de Hungría, Guillermo Tóth, que en su momento existió, que incluso «el Ayuntamiento de Gijón organizaba un encuentro anual de los cónsules», pero la progresiva desaparición de la docena de consulados honorarios existentes en la ciudad también acabó con estos encuentros.
«Tuvimos más relación de la que tenemos ahora mismo», asume el cónsul honorario de México, Jesús Gutiérrez, quien considera positivo unificar esa representación ante las autoridades de la región «de cara a apoyar a nuestros connacionales». Así, piensa en «una unión corporativista de cónsules para, juntos, acceder a instituciones como el Ejército, la Policía Nacional, la delegación del gobierno o el Principado de Asturias, institucionalizar mejor las relaciones y, por ejemplo, ayudar a los cónsules nuevos que no están tan desarrollados».
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