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«Era una película de terror». Así describió el bombero Jaime Batalla su primera impresión cuando llegó a la comunidad valenciana para ofrecer su ayuda ... a las zonas afectadas por la dana. En un primer momento, se desplazaron cinco técnicos de la Empresa Municipal de Aguas (EMA) y tres bomberos con una cuba y un camión de aguas. A partir de ahí, llevaron a cabo relevos semanales durante cincuenta días en los que realizaron labores de achiques en sótanos y garajes, así como la limpieza y el desatasque de colectores. En total, colaboraron 41 efectivos de Gijón. Ayer, cuando se cumplían tres meses de la tragedia, el Ayuntamiento homenajeó a estos voluntarios en un acto que contó con la presencia de la alcaldesa de Gijón, Carmen Moriyón, y del regidor de Utiel, Ricardo Gabaldón, una de las localidades donde prestaron principalmente su ayuda.
Diego Candal fue uno de los primeros operarios de la EMA en llegar. «Era una especie de éxodo masivo», describió. En su caso, ayudó principalmente en Benetúser y Paiporta. «Había mucho caos, la gente no sabía muy bien cómo actuar», recordó. Todos los días que allí estuvo trabajó desde siete de la mañana hasta las siete de la tarde, cuando ya anochecía. «Las horas pasan volando porque hay mucho por hacer. A veces se nos olvidaba hasta comer», explicó. Cuando se fue, solo podía pensar en todo lo que quedaba por hacer. «Intentas dar todo lo posible, pero siempre te parece que hiciste poco», reflexionó apenado.
De Benetúser, Batalla rememoró las montañas de coches apilados, los locales de las plantas bajas arrasadas, la falta de luz o el punto en el que el barro se comía a las calles, donde «no se distinguía la acera de la carretera». Lo más duro que recuerda es «la desgracia de la gente». Porque muchas de esas personas «perdieron vidas allegadas y los negocios de los que vivían. No solo dejaban de trabajar sino que pensaban que nunca más volverían a abrirlos». Es por eso que de toda esta pesadilla se lleva la actitud de los vecinos. «Siempre te agradecían tu labor y te ofrecían comida cuando eran ellos los que lo necesitaban de verdad». El operario de la EMA Esteban Anta se queda con la situación «de mejora» tras cada día trabajado. Se llena de emoción al contar que la semana que marchaba «empezó a abrir algún bar. Era tremendo ver la felicidad que había simplemente por tomar un café», comentó sonriendo.
También destacó el labor de los operarios en la localidad de Utiel. «Fue el primer escenario de la brigada y trabajaron de sol a sol para que recuperara la normalidad». Es por esto que Ricardo Gabaldón no dudó en hacer un viaje de más de seis horas para asistir ayer al homenaje a los 41 efectivos de Gijón que ayudaron en su localidad. «Hoy estamos los 12.000 habitantes agradeciéndoos el trabajo», dijo emocionado a los voluntarios en el salón de recepciones del Consistorio. Para el alcalde valenciano, «la ayuda de Gijón fue primordial, tanto en la maquinaria como el personal especializado en un momento en el que estábamos con el agua al cuello». En ese momento, el regidor no pudo contener las lágrimas.
Moriyón aprovechó la ocasión para ofrecerle todo el cariño, apoyo y la mano tendida de Gijón en el proceso de reconstrucción que van a comenzar en breve. Asimismo, entregó una pequeña figura de 'Las Letronas' que, indicó, «tanto le han gustado a Ricardo». Por su parte, el alcalde de Utiel entregó un pequeño obsequio en señal de hermandad entre las dos ciudades.
Si Ricardo Gabaldón, alcalde de Utiel, recuerda lo que pasó en su localidad el 29 de octubre de 2024 no puede evitar emocionarse. La desgracia de la dana trajo consigo «lo peor y lo mejor de todas las personas». Hubo que tomar decisiones. «Teníamos dos opciones y parece que tomábamos las correctas». Una de ellas fue decretar la suspensión de las clases en los centros educativos de la localidad. Uno de ellos, situado encima del río. «De no haberlo hecho, el desenlace hubiera sido fatídico», señaló.
El movimiento ciudadano de esos días fue impresionante. «Los utilianos se lanzaron a la calle y arriesgaron su vida y su patrimonio para hacer más de 80 rescates». Asimismo, guarda un recuerdo especial a esos seis habitantes que no pudieron salvar. «No pudieron ni asomarse al balcón», dijo con un hilo de voz. Asimismo agradece todo el movimiento institucional, «simplemente vinieron a ayudar y no solo ante la urgencia de salvar vidas, sino ante la solubilidad y seguridad del desatasque de tuberías», ejemplificó.
Aún hay cerca de 400 viviendas por rehabilitar. Y aunque hay una tercera parte de la ciudad anegada, como la ermita del Remedio, o la carretera N-3 que sigue cortada, ven la luz al final del túnel: «Vamos a empezar a reconstruir la ciudad».
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