Hubo casi 200 usuarios menos, pero el tiempo que de media pasaron en el Albergue Covadonga de Gijón fue más largo. Las 65 plazas de alojamiento temporal que ofrece este equipamiento social acogieron el año pasado a un total de 582 personas individuales –a ... las que habría que sumar las 114 que lo hicieron como miembros de un grupo familiar– que, de media, durmieron en él 34 días. La cifra total de usuarios individuales es la más baja de la última década. En comparación con el año anterior descendió un 25%, pero el número de pernoctaciones no sigue la misma tendencia sino que aumenta ligeramente (lo hace un 3%), al igual que aumentó (de 25 días a los citados 34 días) la estancia media.
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Y ello porque los de las personas que recurren al Albergue «son casos muy cronificados en el tiempo para los que no se encuentra vía de salida, ni normalizada ni por otros recursos... A veces, acceder a una plaza de residencia tarda dos años o más. También hay personas en situación irregular que no pueden acceder a los servicios públicos... Eso hace que el número de estancias largas ronde el 70%» de los usuarios, explica Julia Castro, coordinadora de programas de la Fundación Albergue Covadonga.
De ahí que el proyecto de reforma del equipamiento y del modelo de atención que se prevé contemple una zona de media estancia «en el que el proceso de acompañamiento a las personas sea también un poco más largo», anota la directora, Elena Suero.
Tal y como recogido en la memoria de actividades de 2024, la ocupación del Albergue fue el año pasado del 101%, un exceso que se explica por que, además de las 65 plazas disponibles en el edificio de la calle del Diario El Comercio, cuando se trata de ayudar a familias se les facilita alojamiento en hostales y habitaciones de emergencia. Y ha sido tal la demanda –de 22 familias atendidas se pasó a 35, como público ayer este periódico– que el Albergue se vio «saturado».
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María Agra
Hay, no obstante, otra razón que explica ese incremento en la ocupación. Una razón que atiende al cambio de perfil del usuario que se ha visto más claramente en 2024 y que apunta a una cada vez mayor feminización de los solicitantes de ayuda. Mientras el número de varones se redujo un 29% el año pasado (de 628 se pasó a 445), el de mujeres se incrementó un 6%. Así, las 194 mujeres atendidas en el Albergue supusieron el 30% de los 639 usuarios totales del año pasado.
Hay cada vez más mujeres y también cada vez más jóvenes. La franja de los 18 a los 29 supone el 22% de los usuarios. Aunque, son los usuarios entre los 45 y los 64 años –tanto en el caso de los hombres como en el de las mujeres– los más numerosos: casi el 42% de los que recurrieron al Albergue el año pasado.
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Otro dato significativo es el del nivel de estudios. Porque un tercio de los usuarios dicen tener estudios secundarios, el bachiller, una FP o incluso estudios universitarios. Y bajan al 5% los usuarios que carecen de estudios. El 60% ocuparon trabajos sin cualificar y el 65% están solteros.
En cuanto a la procedencia, hay cierto equilibrio –casi al 50%– entre los usuarios nacionales y los migrantes. Entre los españoles son mayoría, eso sí, los asturianos (138 de 297). Y entre los migrantes, África y América son los dos continentes de procedencia del mayor volumen de usuarios (137 y 94 respectivamente).
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El incremento de estancias en el Albergue el año pasado también llevó aparejado un ligero incremento de la demanda del comedor. En total, se dieron 59.130 servicios: 20.546 comidas, 19.997 cenas (aquí hubo un descenso) y 18.587 desayunos.
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