Le ataba las muñecas para inmovilizarla y amenazaba con pincharle insulina si no accedía a sus pretensiones. Un gijonés ha sido condenado a quince años de prisión por abusar sexualmente de su sobrina durante dos años, aprovechando las visitas a casa de la abuela. La ... víctima, que cuando sufrió los abusos por parte de su familiar tenía 11 y 12 años, ha intentado suicidarse en dos ocasiones y está sometida a tratamiento psicofarmacológico y apoyo psicológico por la situación que le tocó vivir. Además de los quince años de prisión, deberá indemnizar a la víctima en la cantidad de 25.000 euros por los daños morales sufridos.
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La Sala de lo Penal del Tribunal Supremo ha confirmado la sentencia dictada por la Sección Octava de la Audiencia Provincial al desestimar el recurso interpuesto por el procesado. Argumentaba que se había producido una vulneración de su presunción de inocencia y que la denunciante en su declaración había caído en contradicciones.
Sin embargo, ambos tribunales (tanto el de primera instancia como el del máximo órgano judicial) consideran probado que sometió a la menor a abusos continuados, «al menos dos o tres días por la semana durante años».
«Se valoran los informes psicológicos y médicos, sobre los que se afirma que avalan la verosimilitud del testimonio, destacan que la menor tuvo episodios de intentos autolíticos, dando especial relevancia la sentencia a la declaración prestada por la psicóloga, que la atendía en los últimos tiempos, a lo que se debe añadir la atención a la que tuvo que ser sometida en el hospital».
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El primer episodio que relató la víctima ocurrió «en fecha no determinada en 2016», cuando la niña tenía 11 años. «Él accedió a la vivienda en la que la menor residía con su progenitora y el resto de sus hermanos y aprovechando que estaban solos, le realizó tocamientos en sus partes íntimas», señala el fallo judicial.
Los episodios se repitieron a partir de ahí de forma incesante en casa de la abuela. «La menor iba a comer allí y aprovechando el momento en el que solo estaba la bisabuela de la menor, mujer de avanza edad que no se enteraba de lo que sucedía en su entorno, el procesado la llevó al dormitorio, donde comenzó a tocarle las nalgas, vagina, pechos y piernas mientras se bajaba la ropa y al empezar la menor a llorar, le tapó la boca con fuerza», añade. Le obligaba a hacerle felaciones y «a soportar las indicadas conductas diciéndole que si no hacía lo que le mandaba, él haría lo mismo con su hermana de 4 años o le pincharía insulina».
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En el juicio celebrado en la Sección Octava de la Audiencia Provincial el acusado negó los cargos que pesaban sobre él y aseguró que todo eran invenciones de la niña. La abuela de la menor (madre a su vez del procesado) declaró a su favor y dijo que no había presenciado nunca ningún abuso y que no daba credibilidad a su nieta. El tribunal ha sido tajante y le ha impuesto al condenado quince años de prisión, «la pena máxima imponible, por considerarla adecuada y proporcionada». El Supremo considera que no ha lugar al recurso de casación interpuesto por el procesado y confirma la pena impuesta por la Audiencia Provincial de Asturias, donde fue juzgado.
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