«Que no caiga en el olvido». Han pasado 35 años, pero el recuerdo está aún muy vívido para los familiares de los dos guardia civiles asesinados a tiros por el GRAPO en el edificio de Hacienda de Gijón aquel trágico 28 de diciembre ... de 1989 en el que el que una rutinaria mañana acabaría marcando el día para siempre como el del mayor atentado terrorista de la historia en Asturias.
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Los fallecidos fueron los agentes de la Benemérita José María Sánchez Melero e Isaac Rodrigo Ranilla, encargados de la vigilancia del edificio administrativo de la calle Anselmo Cifuentes. Sus nombres permanecen grabados en el monolito que se levantó en 2012 en el parque de la plaza de Europa, a escasos metros de la entonces sede de Hacienda, como símbolo de la paz y en su memoria y en la de todos aquellos que han sido víctimas de la lacra terrorista.
A ese lugar regresan cada año sus viudas y sus hijos y ahora nietos, como los de José María que todos los 28 de diciembre se acercan a rendir tributo a quien fue acribillado («a cañón tocante», según la sentencia) por dos miembros de los Grupos de Resistencia Antisfascista Primero de Octubre (GRAPO). Uno de los condenados por el doble crimen fue Fernando Silva Sande, dirigente del grupo terrorista y a quien en 2009 le impusieron 60 años de prisión.
Elías Sánchez es el hijo de José María. Tuvo que afrontar el asesinato de su padre a muy corta edad. Junto a su madre, María Ángeles López, lleva años luchando para que lo ocurrido no se olvide. «Es triste ver cómo en tu propia tierra, desde hace 35 años, parece que se quiere olvidar lo ocurrido en Gijón aquel 28 de diciembre de 1989, día de los santos inocentes», lamenta.
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Fue gracias al empuje de los familiares de las víctimas por lo que en 2012 se colocó el monolito que recuerda el atentado. «Mi madre estuvo luchando más de 20 años para que se le recordara en Gijón, tanto a mí padre como a su compañero Isaac Rodrigo Ranilla, como sí se hizo con otras víctimas en el resto de España. Es una pena, que en tu propia ciudad, se te olvide de esa manera...», lamenta Elías, que cree que las instituciones no han hecho lo suficiente.
Sin embargo, sí que aprecia el calor de la ciudadanía. «Cuando mis hijos han colocado las flores, muchas personas se han parado para leer la placa del monolito y mostrarnos su afecto. Suelen pasar días sin que nadie las quite, mostrando un respeto exquisito en los tiempos en los que nos encontramos y por lo que me siento orgulloso de mis vecinos», abunda.
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El de la Delegación de Hacienda de la calle Anselmo Cifuentes no fue el único atentado terrorista perpetrado en Asturias, aunque sí el más sangriento. Días después del asesinato de José María Sánchez Melero e Isaac Rodrigo, mataron a un policía nacional que participaba en un control en El Berrón. Tres años más tarde, en 1991, una bomba explotó en la Oficina de Tráfico de Sanz Crespo. Los terroristas también dejaron su impronta en la farmacia de la avenida de Manuel Llaneza del marido de la exalcaldesa Paz Fernández Felgueroso, por entonces directora de Instituciones Penitenciarias.
Distintas operaciones policiales se materializaron con el arresto de varios terroristas asentados en la ciudad, así como el desmantelamiento de pisos francos, uno de ellos en la avenida de Castilla, en el que se decomisaron 40 kilos de explosivos.
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