«Con cosas como estas nos damos cuenta de lo frágiles y vulnerables que somos»

«Se ha ido demasiado pronto, pero aunque fuese dentro de muchos años el dolor sería el mismo porque al amor no le gustan las despedidas». Familiares, compañeros y amigos de Carlos Salvador Hernández, el obrero fallecido el lunes mientras trabajaba en una obra en Roces, abarrotaron ayer el salón de ceremonias del tanatorio de Cabueñes para darle el último adiós a un «hombre bueno y con mucha vida por delante».

Su viuda y su hija estuvieron arropadas por los muchos que le querían y apreciaban. Entre los presentes, un grupo numeroso de niños y niñas, compañeros del colegio de la hija de Carlos, que quisieron estar con su amiga en tan duros momentos.

La muerte de Carlos Salvador Hernández, de 49 años y toda una vida trabajando en el sector de la construcción, se produjo sobre las 10 de la mañana del lunes, cuando manejaba una grúa con material de planchas de grandes dimensiones en una obra de viviendas en la calle de María de las Alas Pumariño. Por causas que aún están siendo investigadas una de la placa se le vino encima y le aplastó. Los bomberos se personaron en el lugar para liberar a la víctima, si bien los sanitarios solo pudieron confirmar el deceso.

Ayer sus compañeros de trabajo, así como los muchos amigos que deja en vida, quisieron rendirle un último adiós, aún conmocionados por el fatal accidente. «Creemos que tenemos el control de nuestras vidas, pero con cosas como estas nos damos cuenta de lo frágiles y vulnerables que somos», dijo el sacerdote durante la homilía antes de proceder a la incineración de los restos mortales.

La Brigada de la Policía Judicial, así como Inspección de Trabajo continúan con la investigación para determinar las causas que provocaron el siniestro mortal. En enero fallecían otros dos obreros de la construcción al ser sepultados por el techo de unas de las aulas del colegio San Vicente en el que hacían una reparación menor.

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