Funeral en Cabueñes
Adiós a José María Toyos, «un trocito vivo de la historia de Gijón»Funeral en Cabueñes
Adiós a José María Toyos, «un trocito vivo de la historia de Gijón»Fue el alma de la Agrupación Artística Gijonesa durante los últimos 43 años y, por encima de todo, «una persona maravillosa, fiel y que cuando hubo que defender a la agrupación se dejó la piel en ello». Así recordarán a José María Toyos los familiares y amigos que le despidieron este jueves en la capilla ardiente del Tanatorio de Cabueñes de Gijón. Presidió la entidad desde 1981 hasta su fallecimiento, este martes, a los 93 años, y «si sigue hoy ahí es por él, si no hubiera desaparecido hace muchos años ya, pero él siempre tiró para adelante», afirmaba el abogado Marcelino Abraira, que lo cuenta entre uno de sus «cinco amigos de verdad».
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Ni su mujer Palmira ni sus hijas María Elena y Mari Cruz pudieron contener las lágrimas durante su despedida, sobre todo cuando el párroco recordó que «hoy despedimos a un trocito vivo de la historia de Gijón». Estuvieron también Paula Guerra, vicepresidenta de la entidad; Emilio Dorado, director artístico; Mery Suárez, directora de teatro; José Ramón Uría, presidente vecinal de Ruedes, el actor Enrique Viejo y el concejal socialista José Ramón Tuero.
Con él empezó una etapa de gran crecimiento y promoción en la agrupación, con la participación de varios artistas –Gonzalo Anatole y su propia hija Mari Cruz– en populares programas de Televisión Española, como 'Gente Joven'. De su elenco artístico «salió gente muy buena», como Jesús Miguel, José Manuel Iglesias, el tenor Alejandro Roi Victorero (hijo de una prima de Toyos), Carlos Blanco, Mari Sol López o Ceferino Otero. Y hasta la mismísima Luz Casal, quien en un programa de televisión reveló que la primera vez que se subió a un escenario fue en la Agrupación Artística Gijonesa.
Tal fue el éxito, que su primer local en la calle Vázquez de Mella (ahora Manuel Llaneza), en El Llano, se llenó pronto y Toyos, no sin cierta ambición, buscó otro de mayor tamaño. «Acudía mucha gente y no cabíamos en el salón», rememoraba él mismo en 2018 en las páginas de este periódico. Entonces, en 1985, encontró el local de Severo Ochoa. Era un pabellón «lleno de columnas» que consiguió comprar avalándolo él mismo, ya que la directiva era reacia a tamaña inversión.
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