La Federación de Asociaciones Vecinales de la zona urbana (FAV) cumplió esta semana 35 años y mañana celebrará una asamblea extraordinaria para la renovación de su junta directiva. La única candidatura está encabezada por Manuel Cañete (Mieres, 1960), presidente vecinal del Polígono, quien accedió ... a la presidencia de la FAV en 2020 y ahora iniciará por tanto su tercer mandato.
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–¿Por qué se anima a repetir?
–Analizamos con los compañeros si el contexto era el mejor para intentar un relevo. Si hubiera dado un paso a un lado, no habría pasado nada. Pero convenimos que continuara dos años y empezar a buscar nuevas personas.
–¿No hay ahora ese relevo?
–Relevo siempre lo hemos encontrado, la federación nunca estuvo descabezada. Pero consideramos que no era el momento. Hay un nuevo gobierno, proyectos en marcha en los que estamos muy implicados… Y para que entre nueva gente tienes que apartarte, no vale con amagar.
–Llega con caras nuevas...
–Las nuevas situaciones generan nuevas complejidades, como por ejemplo la soledad no deseada. Y otro tema que para nosotros es prioritario es el de la sanidad pública. Estamos viendo nuevas áreas de trabajo, y eso requiere personas que las conozcan y se puedan implicar. Afortunadamente, igual que con el tema medioambiental teníamos ingenieros y biólogos de los que podíamos tirar, en las asociaciones encontramos médicos y profesionales sanitarios que ayudan a enfocar estos temas.
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–Le apoyan las 29 asociaciones. ¿No hay oposición en la FAV?
–Me asustan las uniformidades a la búlgara, pero es de agradecer. Muestra que se valora el trabajo que hacemos y es un buen síntoma para la federación de que estamos dejando atrás pequeñas diferencias.
–Sí están surgiendo al margen de la FAV asociaciones en zonas como La Serena, Ceares...
–Siempre he defendido la participación y el diálogo. Con la asociación de La Serena la relación es muy buena y también la tienen con la asociación Fumeru de El Llano. Es un barrio enorme y donde perfectamente caben dos. Este mes, de hecho, votarán en su asamblea si se integran en la FAV. Con suerte, en breve seremos 30 asociaciones. Con Esto ye Ciares también tenemos bastantes conversaciones. Ellos tienen otra forma de trabajar, pero en la medida en la que podamos colaborar lo haremos, sin olvidar que hay otra asociación que sí está en la FAV.
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–¿Cómo es su relación con la federación rural?
–Tenemos muchos asuntos comunes de ciudad y en cuanto salga elegido intentaré que tengamos un encuentro.
–¿Y con el Ayuntamiento?
–Siempre es compleja. Lógicamente, estamos para demandar cosas, porque queremos lo mejor para cada uno de nuestros barrios. Y cuando oigo al concejal Guzmán Pendás, quien luego lo subsanó en la reunión de los consejos de distrito, decir que las asociaciones de vecinos solo representamos a los socios, creo que hay un error de planteamiento. Lo quieran o no, estamos imbricados en los barrios, los conocemos y tenemos las puertas abiertas para escuchar por igual a quien es socio y a quien no lo es. No me imagino al Ayuntamiento hablando bar por bar cuando existe Otea.
–La participación lleva siendo desde hace tiempo uno de sus caballos de batalla...
–Es que la única herramienta es participar. En 2017 ya entregamos un documento copiando los modelos de los sitios más avanzados, como Navarra, y sigue en un cajón. Y en distritos pedimos algo tan simple como un excel que refleje de pe a pa cómo está cada obra, que se ejecuten las penalizaciones correspondientes, que los concejales rindan cuentas a los vecinos de lo que se ha hecho e incluso una asamblea vecinal a la que acuda la alcaldesa o quien considere. Modelos como el del Foro de la Movilidad se los cargan negándoles el pan y el agua.
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–¿Cuáles serán los principales retos de la FAV en esta nueva etapa?
–Por un lado, los de siempre. Entre ellos, alzar la voz contra los años de retraso con el plan de vías o con el vial de Jove, consecuencia de que Asturias no tiene peso político. Le vamos a decir a la alcaldesa que si quiere convocamos nosotros, pero hay que ir a Madrid o a donde sea a decir que ya está bien. Que necesitamos avances en el metrotrén como elemento clave en la movilidad y que no podemos seguir con 300.000 camiones al año por La Calzada. Seguiremos trabajando con la plataforma contra la contaminación, que ha sido una importante herramienta de trabajo. Y daremos prioridad a la defensa de la sanidad pública y al tema de la vivienda pública, que se dejó de construir hace mucho tiempo.
–¿Volverán a impulsar cooperativas de viviendas?
–Estaríamos dispuestos, pero no se está dando las circunstancias. Los ayuntamientos ya no cuentan con ese modelo que había de cesión de terrenos. Necesitamos que se nos plantee que esa posibilidad existe. Que haya disponibilidad de suelo e incluso ayudas, porque poner todo eso en marcha requiere profesionales.
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–Otro asunto en boga en los últimos tiempos son los pisos turísticos...
–Creíamos que no teníamos ese problema, y ya está ahí. Los alquileres se han incrementado más de un 15%, y eso solo apunta a un mercado dirigido al uso turístico. Hay que dar pasos ya. Hay estudios que dicen que por encima de un 2,5% de viviendas turísticas en un barrio se puede hablar ya de expulsión de los vecinos, y en zonas como El Carmen y Cimavilla superan el 7%. El Ayuntamiento debe hablar con los administradores de fincas para que informen a las comunidades de su potestad de modificar los estatutos para fijar con qué criterios se puede tener una vivienda de uso turístico.
–¿Les preocupa el ocio nocturno?
–Sobre todo, su concentración en un espacio muy pequeño. En Marqués de San Esteban, en 300 metros se aglomeran 5.000 personas todos los fines de semana. Es un problemón y los vecinos se están yendo, como pasó en su día en Cimavilla, donde este modelo de ocio nocturno expulsó a mucha gente.
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–Otro caballo de batalla son las terrazas…
–El problema no son las terrazas, sino la disputa del espacio público. Pedimos que se cumplan las leyes de accesibilidad y movilidad. Hay que ensanchar las aceras y tener claro que no puede haber una terraza cortando medio paso de peatones ni mesas pegadas a un banco público u obstaculizando el paso. Igualar su diseño nos parece bien. Y que se cierren o no, será entendible en según qué sitios.
–¿Prevén más batallas como la de la pirólisis?
–Sí. El Puerto es insaciable, una máquina opaca de meter para allá lo que sea. Hay muchos metros cuadrados y cuela todo. Hay que cambiar su modelo industrial.
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–¿Cómo ve los planes para Naval Gijón?
–Esa apuesta por la industria azul va a ser muy importante. Pero le vamos a pagar al Puerto cinco millones por ese suelo, cuando en Bilbao tras una crisis de astilleros exactamente igual las empresas donaron todo el terreno al Ayuntamiento para el proyecto de Bilbao Ría. Aquí todo se plantea a base de poner dinero.
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