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LAURA CASTROMARCO MENÉNDEZ
GIJÓN.
Miércoles, 28 de febrero 2018, 03:36
Los amigos y compañeros de Francisco José Iglesias Meré están abatidos. El marinero gijonés de 56 años falleció en la noche del pasado lunes mientras realizaba una rutinaria maniobra de amarre en el buque cementero 'Cementos Cantábrico', de Tudela Veguín, donde trabajaba. Acababan de atracar en el muelle del Ingeniero Olano, en el puerto de El Musel. Iglesias y dos operarios más estaban virando el cabo, en torno a las 22.50 horas, cuando una pieza metálica del sistema de amarre, denominada rolín, salió disparada y le impactó en la cabeza, causándole graves heridas que le dejaron inconsciente.
Fueron sus compañeros quienes llamaron al Centro de Coordinación de Emergencias del 112 Asturias. Hasta el lugar del accidente se desplazó el equipo médico de la UVI móvil de Gijón y posteriormente efectivos de la Guardia Civil avisados por la Autoridad Portuaria. El marinero se encontraba inconsciente en la proa del barco y le practicaron maniobras de reanimación cardiopulmonar avanzada durante más de treinta minutos sin éxito. Finalmente, confirmaron su muerte en torno a las 23.45 horas y se dio aviso a la comisión judicial. El médico forense ordenó el levantamiento del cadáver y su posterior traslado al instituto forense.
«Nuestra profesión es dura. De un día para otro la suerte te cambia, como le pasó a él», comentó su amigo y compañero, Bartolomé Hernández Cano, con quien trabajó durante varios años en la ruta del Mediterráneo, en Niza y en Filipinas, entre otros destinos. «Cuando me enteré de lo que había pasado, me sorprendió, pues tenía mucha experiencia. Fue mala suerte, le podía haber dado a cualquiera de sus compañeros. También creo que el tornillo que enganchaba la pieza no estaba en buen estado o, al menos, no tenía el suficiente mantenimiento», señaló este capitán, quien trabaja en el puerto de Cartagena.
Una hipótesis que también comparte su «amigo de toda la vida», José Busto Fernández. «Todo lo que digamos de él es poco. Tenía un corazón enorme y era el que tiraba de su familia. Todo lo que logró lo hizo por él mismo, era un gran trabajador», comentó.
Iglesias dedicó toda su vida a la mar. Trabajó en barcos de pesca, de arrastre y cementeros. «Se pasó la vida soportando los golpes del mar y su dureza, y va a morir cuando estaba amarrando el buque, es de locos», indicó Busto. Le quedaban apenas unos meses para jubilarse. «Ahora que podía empezar a disfrutar de verdad de la vida, ocurre un accidente y se la arrebata», añadió Hernández. «Como buen asturiano adoraba el mar. Era una persona maravillosa y como compañero era excepcional. Siempre alegre, trabajador y muy responsable. Todos los que le conocíamos estamos destrozados», comentó.
El funeral de Francisco José Iglesias tendrá lugar hoy, a las 13 horas, en el Tanatorio Noega.
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