AIDA COLLADO
GIJÓN.
Miércoles, 23 de mayo 2018, 03:12
En una ocasión, Vicente Álvarez Areces, cansado de poner un pie fuera del Ayuntamiento y encontrarse siempre con la misma figura -alta, esbelta, nórdica- corriendo por la playa, le dijo a José Manuel Liñero que su cuerpo ya formaba parte del mobiliario urbano de ... Gijón. Era cierto. Igual que formaba una parte, capital, de la historia del Real Grupo de Cultura Covadonga: «Era un grupista de los que ya no quedan», reconocía ayer Antonio Corripio. De la orilla de San Lorenzo, como de todos los arenales del concejo. Del Real Club Astur de Regatas, donde se ejercitó en el gimnasio casi hasta sus últimos días.
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Ayer, la reconocible y clara mirada de Liñero dejó de ser testigo de los avatares deportivos de la ciudad. El sevillano, solo de nacimiento, y gijonés, de todo lo demás, falleció a los 83 años, dejando vacío el hueco que durante décadas ocupó no solo en la vida de su esposa, Leonor, y de sus cinco hijos, sino en el mismísimo paisaje del municipio.
La familia grupista pierde a uno de sus más destacados miembros -aunque en el carné del socio de honor aún ponía que era el número 8, en realidad ya era el 5-, a quien no se le resistió ninguna disciplina deportiva. Practicó la lucha libre, el baloncesto, la gimnasia deportiva. Destacó como piragüista, llegando a ser campeón de España. Dio la campanada en halterofilia. «Las primeras pesas que hubo en el Grupo las hicieron con unas latas grandes de fabada Litoral (su padre era el dueño de esta fábrica de conservas). Las rellenaron con cemento e hicieron unas mancuernas artesanales», recordaba ayer su hija Liliana. Ella y todos sus hermanos son socios de mérito del Grupo, aunque en realidad «el mérito» es de su padre, que les inculcó su amor por el deporte. De él recibieron «los mejores valores que se pueden asociar a un padre». Le recuerdan por su calidad humana, por su «rectitud, integridad y honestidad», pero también por su «humor británico, irónico y agudo, no siempre fácil de comprender, pero muy elegante». El mismo sentido del humor que le llevaba a asegurar, socarrón, que su primer entrenador de gimnasia había sido el No-Do. Así recordaba los tiempos en los que iba al cine de sesión continua para ver una y otra vez el documental sobre el gimnasta Joaquín Blume.
Hasta hace dos años, Liñero corría ocho playas al día. Los problemas de salud no le recluyeron en casa. Cada día, «le doliese o no le doliese, lloviera o tronase», corría en la cinta del Club de Regatas. Así vivió su jubilación. Antes, como ingeniero, ocupó cargos directivos en AEG y Duro Felguera, donde fue director de Energía y director de Felguera Fluidos. El funeral se oficiará hoy, a las seis de la tarde, en la iglesia de San Pedro.
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