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Begoña Sánchez, quien fuera fundadora de la Asociación Feminista de Asturias (AFA) y uno de los grandes referentes en la lucha por los derechos de las mujeres en la región, falleció en el ayer a los 67 años de edad. Profesora de instituto y amante de la docencia, la ovetense dejó su impronta feminista en varias generaciones de mujeres asturianas, participando en infinidad de movilizaciones y abanderando la causa en un momento complicado para el colectivo. Sánchez nunca se escondió, decidida siempre a dar un paso más en la búsqueda de libertades, orfebre de un feminismo que siempre consideró necesario, indiscutible.
Lo hizo desde el principio. Prueba de ello es que, junto con algunas mujeres más vinculadas a organizaciones de izquierdas que habían formado parte de la lucha antifranquista, Begoña Sánchez creó AFA en 1977. A partir de ahí, su figura quedó ligada a numerosas acciones y protestas contra el delito de adulterio (despenalizado en 1978), en pro del divorcio o a favor del aborto. «En estos tiempos hay también que recordar lo mucho que se hizo antes y lo que se avanzó. Por eso, la de Begoña es una pérdida muy grande», reconocía, «muy afectada», María José Capellín, exdirectora de la Escuela de Trabajo Social. Capellín desarrolló su activimo prácticamente a la par que Sánchez. «Me cuesta mucho pensar que ya no está. Era una persona muy vital, muy imaginativa... Lo primero que destacabas de ella era que desprendía ganas de vivir», explica, y confiesa que se le hará «raro» acudir a una reunión en la que Begoña Sánchez ya no esté.
«Era importante porque era muy inteligente y siempre tenía las palabras adecuadas», explica, por su parte, Begoña Piñeiro, presidenta de la tertulia feminista Les Comadres, de la que Sánchez era socia. «Pese a que su activismo lo realizaba principalmente en Oviedo, Begoña era socia. Era un gusto que considerase que tenía que serlo», recordaba otra de las mujeres imprescindibles del feminismo asturiano, casi al borde del llanto por la pérdida de su amiga. «Son muchas reuniones, muchas manifestaciones, muchas discusiones también... Teníamos un lazo afectivo muy grande». Igual que todos los que la conocieron, Piñeiro define a Sánchez como una persona «inteligente, muy simpática y pacificadora». «Lo nuestro fue un trato de amistad y de aprendizaje sobre el feminismo», acertó a decir.
Las condolencias por el fallecimiento de Sánchez también llegaron desde el Principado. La dirección general de Igualdad y el Instituto Asturiano de la Mujer emitieron ayer un comunicado conjunto en el que lamentaban la pérdida de un «referente del feminismo asturiano, gran amiga y compañera». «Agradecemos su dedicación y esfuerzo en la defensa de los derechos de las mujeres», rezaba el mensaje. «Hoy (por ayer) recordamos con emoción su determinación, su inteligencia, su fuerza, su humor y su lucha incansable por los derechos de las mujeres. Ha sido y será un referente esencial del movimiento feminista asturiano», coincidían desde el Consejo de Mujeres de Gijón, quienes destacaban las dificultades a las que Sánchez tuvo que hacer frente por sus ideas, ninguna de las cuales consiguió que negociara con lo que siempre creyó justo. «Su destacada trayectoria feminista se construyó en un momento histórico en el que las mujeres no tenían ni voz, ni derechos y se organizó para luchar contra la situación de explotación y discriminación de las mismas».
Jubilada desde hace años, Sánchez pasó en esta última etapa largas estancias en Berlín. Ni siquiera la distancia le impidió estar cuando se la necesitaba, siempre dispuesta a ayudar y proponer para construir un legado que sus compañeras y sucesoras se encargarán de mantener activo.
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