L. M.
GIJÓN.
Jueves, 27 de mayo 2021, 19:00
Tras tres intensas jornadas en las que se pudo escuchar a destacados ponentes de dieciocho países, la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI) -que preside Marcelo Palacios- puso fin ayer a su undécimo congreso, el que este año pretendía abordar el 'uso racional (responsable) de ... las biotecnologías en medicina y medio ambiente'. Lo hizo, tal y como comenzó, con un reconocimiento a la figura de la bioquímica Margarita Salas, fallecida en 2019 y a quien se ha dedicado esta edición, además de concederle el premio SIBI 2020. Ayer fue el presidente del Parlamento asturiano, Marcelino Marcos, el que quiso sumarse al homenaje de la insigne científica asturiana haciendo entrega de una reproducción del palacio de la Junta General que se hará llegar a la hija de Salas.
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«La bioética se ha convertido ya en una necesidad social. Y sin lugar a dudas, la SIBI se ha ganado suficientemente su legitimidad», destacó Marcos.
«Si hay algo absolutamente transversal es la ética. Ésta tiene que impregnar todos los campos de la vida», defendió por su parte la alcaldesa de Gijón y presidenta del patronato de la SIBI, Ana González. La regidora subrayó que «no hay progreso científico sin límites; límites sin ética ni ética sin responsabilidad colectiva».
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