Mientras ultima el borrador de la ordenanza que regulará cuestiones como el uso de los patinetes o la fijación de zonas de bajas emisiones para el tráfico, Aurelio Martín inaugurará mañana una nueva edición de la Semana Europea de la Movilidad.
-Andando. Es como hago la gran mayoría de mis desplazamientos por la ciudad. Incluso si tengo que ir desde mi domicilio, en Moreda, a la Feria o a El Molinón. Gijón es una ciudad agradable para pasear. Es algo que me relaja y es saludable. Solo uso el coche cuando tengo que ir a varios sitios y no me da tiempo a hacerlo.
-¿Sirven realmente eventos como este para fomentar ese tipo de desplazamientos?
-Es una oportunidad para concienciar a ciudadanos, empresas e instituciones sobre la necesidad de una movilidad más sostenible. Tenemos un compromiso ineludible con ello, porque significa una ciudad más amable, donde el protagonista sea el peatón, pero también porque contribuye a mejorar el medio ambiente.
-Entre los participantes, este año estarán los responsables de Madrid Central, el plan que limitó el tráfico en el centro de la capital.
-Madrid Central simboliza las nuevas políticas de movilidad y sostenibilidad. Nuevas en nuestro país, porque ya existen en otros países europeos y también son el objetivo para los próximos años de la Comisión Europea. Fue de los primeros ejemplos en España de lo que ya hacían otras ciudades, que es crear zonas de bajas emisiones.
-¿Y es también el futuro de Gijón?
-Evidentemente no habrá una traslación mecánica, porque somos ciudades con una configuración y unas dimensiones muy diferentes. Pero sí hay ahí toda una filosofía y unos objetivos que vamos a estudiar y en los que vamos a profundizar para ver en qué medida se pueden aplicar en Gijón y en qué zonas. No lo hacemos por capricho o por esnobismo, sino porque la política europea va por ese camino. Y el propio presidente del Gobierno en funciones ha planteado ese desafío como una cuestión probablemente obligatoria para las ciudades de más de 50.000 habitantes. Nosotros no vamos a esperar a eso, vamos a empezar a hacer los deberes.
-¿De qué hablamos exactamente?
-De zonas con una restricción que afectaría a los coches más contaminantes. No tiene que ver solo con el tipo de motor, sino en muchos casos con su antigüedad, porque no es lo mismo un coche diésel de hace quince años que uno de nueva generación. Probablemente en Gijón van a ser imprescindibles las pegatinas sobre emisiones de la DGT. Es un distintivo cada vez más útil y su implantación en la ciudad es una de las cosas que estamos estudiando en la nueva ordenanza. En cualquier caso, siempre se respetaría a los coches de los vecinos de esas zonas de bajas emisiones.
-¿Qué parte de Gijón abarcarían?
-Hay que estudiarlo. Queremos ser serios e ir paso a paso: tener estudios y análisis suficientes, implicar a todos los servicios municipales y a los vecinos afectados... Y es un tema que veríamos también con el Foro de la Movilidad. No queremos lanzar una idea que desde el primer momento nazca muerta por falta de fundamentación o que se convierta en elemento de confrontación. No haremos nada apresurado, sino con tranquilidad, sosiego, fundamentación y consenso.
-¿Se han marcado algún plazo?
-Lo primero es que la nueva ordenanza, que podría estar en cuatro o cinco meses, dé cobertura a la creación de esas zonas. Después su delimitación será un tema discrecional que podrá decidir en cada momento la junta de gobierno.
-¿En cuatro o cinco meses podrían fijar ya entonces una zona de bajas emisiones?
-Si tenemos los estudios y los consensos suficientes, sí. Pero insisto en que no tenemos especial prisa. Queremos hacer las cosas bien. Tenemos claros los objetivos, pero pretendemos avanzar con prudencia, rigor y haciendo partícipes de las decisiones a los sectores sociales.
-¿Temen el rechazo por ejemplo de los comerciantes?
-Veremos. Con Madrid Central al principio hubo mucha contestación política y social, pero ahora ya hay muy poca. Todo el mundo lo defiende y el único rechazo es más de carácter político o partidario que de otra cosa.
La tramitación se acelera
-¿Qué otras cosas va a contener la nueva ordenanza de Movilidad?
-La regulación de los patinetes, cuya
irrupción en la ciudad y los conflictos que trajeron ha llevado a acelerar este proceso, o la de las zonas 30.
-¿Dónde las habrá?
-Es imposible entrar ahora al detalle, porque necesitamos estudiarlo y hacer un proceso participativo y de consenso. No puedo decir ahora que tal o cuál calle va a limitarse a 30 por hora, pero sí que lo harán una parte importante de las de un único sentido que no tengan doble carril. Porque probablemente la propia normativa estatal vaya por ahí.
-¿Y ya saben qué medidas van a adoptar para regular los patinetes?
-Estamos mirando ordenanzas de otras ciudades e intentando conocer por dónde pueden ir las directrices que va a marcar la DGT. Probablemente, como hacen en otros lugares, se clasifiquen en categorías según su peso y velocidad, y en función de eso se marcarán unas cuestiones u otras en torno a la seguridad o a por dónde pueden circular.
-¿Nunca por la acera?
-Por la acera no pueden ir ahora ni podrán en el futuro. Y aunque no niego que todavía hay quien lo hace, cada vez son más quienes van por fuera de ella y usan los carriles bici o las calzadas de calles con menos tráfico.
-¿La empresa que los alquila en la calle podrá seguir usando los aparcabicis como estación?
-Ahí existe un cierto vacío que la ordenanza también tendrá que clarificar, porque es verdad que a veces hay una gran saturación en algunos aparcabicis, de la que se quejan los ciclistas.
-En materia de movilidad ciclista ¿hay prevista alguna actuación a corto plazo?
-Vamos a hacer una evaluación de toda la red de carriles bici para ver cómo está, qué problemas tiene y qué es necesario cambiar, sobre todo en aquellas cuestiones más polémicas.
-¿Cómo el de Fomento?
-Sí. Vamos a intentar sacarlo de la acera. La semana pasada me reuní con la asociación de vecinos del Centro, que tiene alguna propuesta, y en las próximas semanas intentaremos ver las posibles soluciones.
-En 2020 bajarán la tarifa de EMTUSA...
-Es lo que están haciendo muchas ciudades europeas. Berlín va a bajar su abono anual de 760 a 365 euros, para que cueste un euro al día. Y lo hace copiando a Viena. La tendencia es ir a un transporte público cada vez de más calidad y más económico, como verdadero protagonista y vertebrador de la movilidad. Y no es casualidad que en Gijón al mismo tiempo que se baja el autobús vaya a subir la ORA. Eso refleja un modelo: un transporte público más barato, competitivo y sostenible, frente a un transporte privado con más dificultades. Y no es una medida menor, pues su impacto es muy potente. Casi 800.000 euros menos en ingresos.
-¿Qué impacto esperan en el número de usuarios?
-Que aumenten, es evidente. Si al coche privado le pones dificultades y al transporte público muchas facilidades, lo normal es que eso se convierta en que cada vez más gente piense en la posibilidad de usar el transporte público.
-También se elevará desde los 13 hasta los 16 años la gratuidad para los menores. ¿Renunciarán en el futuro al coche?
-A diferencia de generaciones como la mía, para la que tener coche, además de por su utilidad, era en cierta medida un elemento de prestigio social, los jóvenes de ahora no parecen tener entre sus prioridades tener coche en propiedad. Les veo más pendientes de las aplicaciones y de los modelos de transporte compartido y de movilidad sostenible. Tengo toda una esperanza en ese cambio de cultura, que efectivamente tiene mucho que ver con el futuro de la movilidad.
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