SUSANA D. TEJEDOR
GIJÓN.
Martes, 16 de febrero 2021, 00:16
Bastantes abuelos, algunos padres y muchos niños. El antroxu de este año ha sido, más que nunca, de los pequeños de la casa. «Si no fuera por ellos no habría casi nadie de fiesta por las calles». Lo dice Manolita Zapico que, en el parque ... de Begoña, atiende a sus nietos. Lucas, de dos años y medio, es estos días un dinosaurio; su primo Alex, de tres, es Chase y está al frente de la Patrulla Canina. «Este es el carnaval de los niños» y así se ve en las calles.
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Un año y medio tiene Covadonga, que va con su madre, Elisa Moral. «Este disfraz tiene treinta años, lo confeccionó la bisabuela de la niña y lo hemos ido poniendo todos los primos durante décadas», explica. Ayer le tocó a la pequeña. «Parece hecho a medida, me hace mucha ilusión verla con él», dice la madre orgullosa. Y por el paseo de Begoña camina la familia Muñiz González. Raúl y Beatriz llevan de la mano a Eric, que estos días se llama Flash, y a Diego, que solo atiende por el nombre de Capitán América. Son una de las muchas familias que ayer disfrutaron de un carnaval atípico, donde los disfraces que se veían los llevaban los más pequeños.
En familia salieron también una bruja, un mago y el de Oz. Víctor de Prado, Laura Mateos y la pequeña Emma, de dos años, han atendido a las peticiones de la benjamina y «han improvisado» disfraces de la historia que más le gusta a Emma, 'El mago de Oz'.
«Dudamos hasta el último momento, pero nos decidimos porque sabemos que a ella le hace ilusión y hay que aprovechar que hoy hace buen tiempo y se puede salir». Son profesores, así que el puente festivo les ha venido «de maravilla».
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Celia Berdad es una pequeña mariquita de dos años. Pasea muy atenta a cuanto ve a su alrededor, guiada por sus abuelos y acompañada de su inseparable muñeca. Los niños están siendo los protagonistas en este carnaval sin charangas ni desfiles ni concursos.
Un poco más allá, Irene Gancedo luce muy contenta con su traje de brasileña. Tiene ocho años, está encantada con disfrazarse, aunque este año sea diferente y, junto a su abuela, Teresa Martínez, se ha acercado a visitar a «mi mamá que está trabajando y no me vio vestida así».
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«Hasta sol y calor se ha visto este año en estas fiestas. No hay frío pero tampoco hay desfiles». Lo dice Mari Chaberri, una abuela muy marchosa que luce «la mascarilla del amor».
Cuenta que ha hecho mascarillas de tela para todos los miembros de la familia. La de ella es muy especial. «La hice con un pedazo de tela de lo que sobró del dobladillo de un pantalón».
Es negra pero ella le ha añadido lentejuelas de colores formando corazones. Se confiesa muy «festivalera» por eso se disfraza todos los años y ayer mismo, se enfundó en un traje de hormiga. «Fui Trancas y Barrancas toda la jornada. Hay que continuar y estar alegre en la vida. A pesar de todos los inconvenientes hay que tomarlo todo con humor», asegura.
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A su lado, la mira muy atento Sergio Riopedre, su nieto, 'un dálmata' de nueve años que puede presumir de conocer el antroxu profundamente. «Nací en enero y en los carnavales de ese año ya me disfracé».
Y los dinosaurios Ángel y Daniel teatralizaron una lucha entre ambos; también los amigos Nuria, Carlota, Amaral y Lucía disfrutaron de lo lindo actuando según el carácter de sus personajes.
Tenía dos meses y desde entonces no pasa una edición sin participar en esta fiesta en la que «lo paso muy bien». Tiene experiencia y cuenta que pertenece a la charanga de Castiello de Bernueces, con la que se divierte habitualmente, pero apostilla que «echa de menos un poco juntarse con sus amigos disfrazados todos ellos». Confía en que para el próximo pueda hacerlo.
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Paula Pidal y Alma López hace un alto en el camino de sus juegos del parque para contar que hoy son Frozen y una bruja, respectivamente. A las dos les gusta mucho el carnaval. «Nos lo estamos pasando muy bien».
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Con solo ocho años, Tatiana Ruiz lleva casi la mitad de su vida participando en el antroxu. Pertenece a la charanga Los Tardones, que tiene más de dos décadas de existencia. Por el humor se rigen sus 65 componentes, que echan en falta salir juntos como cada año, tanto que llegaron a pensar en «no hacer nada esta vez. Nos habíamos resignado y sentíamos pena», aseguran Noelia Álvarez y Javier Beltrán. Comenzaron a hacer vídeos con toques de humor y entretenimiento y a colgarlos en las redes, una práctica que llevan a cabo otras charangas este año, como es el caso de Los Mazcaraos.
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Los Tardones ayer estaban en Begoña, al lado del quiosco, con su mascota, un gran reloj junto al que se muestra su propio código QR y que se ha convertido en su logotipo.
«Pensamos en engalanar alguna estatua de la ciudad, como han hecho otras charangas, pero al final decidimos construir la nuestra propia». Pero Tatiana echa de menos el desfile y reconoce que «en el Teatro Jovellanos me pongo más nerviosa porque hay más gente y te están mirando». Y recuerda «cuando desfilábamos y hacíamos el tonto y ensayar era divertido. Como este año solo llevo el traje de la charanga, guardaré el que iba a ser para este y así lo uso en el próximo carnaval. No quiero decir cómo es, porque si no se acaba la sorpresa».
A hacer una visita a su querido Manolo Preciado en las cercanías del estadio de El Molinón fueron varios miembros de la charanga Los Cruzaos, de Ceares. «A Manolo lo hemos vestido distinto a lo habitual».
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