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EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Miércoles, 29 de enero 2020, 00:48
Hace año y medio, la ciudad sufría las peores inundaciones en 35 años. Han pasado meses desde entonces, pero en la Escuela Politécnica de Ingeniería (EPI), cuyo edificio polivalente amaneció anegado aquel 11 de junio de 2018, aún se están recuperando de sus efectos. ... Unos que ya han supuesto a la Universidad de Oviedo un desembolso cercano a los 3,5 millones de euros, con daños de alrededor de un millón aún por solventar. Dada la magnitud del siniestro, mientras recobra la normalidad con la progresiva reapertura de las áreas afectadas, la Universidad elabora un plan de prevención para evitar futuras inundaciones. «Tomaremos precauciones para que no vuelva a ocurrir», afirmó ayer el rector, Santiago García Granda, quien informó de que la institución académica trabaja con la Confederación Hidrográfica del Cantábrico (CHC) para la confección de dicho plan, y que espera la colaboración del Consistorio «a través también de la construcción de los pozos de tormentas y otras obras».
Lo dijo el propio rector tras las inundaciones: el edificio polivalente de la Escuela Politécnica es «muy vulnerable» por su ubicación. Aquel día confluyeron varios factores: fuertes lluvias -la estación de la Agencia Estatal de Meteorología ubicada en el campus registró hasta 54,4 litros de precipitaciones caídas por metro cuadrado-, el desbordamiento del río Peñafrancia, cuya limpieza es competencia de la Confederación, y la subida del agua del subsuelo. Las peculiaridades del siniestro han hecho que el peor episodio en la historia de la Politécnica sirva ahora de objeto de estudio para la empresa Tragsa, que según indicó la gerente de la Universidad de Oviedo, está tomando como referencia esta y otras ocho catástrofes sucedidas en el ámbito nacional para elaborar planes de contingencia destinados a «buscar soluciones óptimas a medio y largo plazo». «Este es un proyecto piloto muy interesante del que esperamos extraer buenas conclusiones para no tener la desgracia de volver a vivirlo», confió Ana Caro.
El rector y la gerente de la Universidad hicieron estas declaraciones durante su visita al recién rehabilitado Servicio de Prevención de Riesgos Laborales y Salud Laboral, una de las zonas afectadas por las inundaciones. La reparación rondó los 22.000 euros y supone por tanto una pequeña parte de los trabajos ya ejecutados para acondicionar áreas dañadas. «Lo urgente era poner en marcha las clases para los estudiantes, así como los grandes equipos de investigación».
Aún restan por ejecutar trabajos por un valor cercano al millón de euros. Para sufragarlos, ya el pasado mes de agosto el rector pidió ayuda al Principado. «Lo hemos solicitado reiteradamente, de momento sin fortuna; pero seguimos negociando para poder completar lo que queda, como la adquisición de equipamiento para algunos laboratorios», señaló.
Los daños ascendían a casi cinco millones de euros, de los cuales el Consorcio de Compensación de Seguros solo ha cubierto cerca de 2,7. «No van a hacer ningún ingreso añadido: todo el mundo sabe que los seguros nunca resarcen al 100% de las pérdidas», remarcó la gerente.
Se mostró no obstante satisfecha del resultado. «Hemos logrado ser bastante eficaces y eficientes, ajustando presupuestos para la compra del aparataje, gracias a la colaboración de los investigadores expertos en las distintas materias y los técnicos de taller, que han contribuido a buscar lo más económico pero que también diera las mejores prestaciones para optimizar los pocos recursos económicos de que disponíamos para hacer frente a la recuperación».
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