Ocurrió poco antes de las 10 de la noche del pasado viernes. Una chica que caminaba sola por el paso subterráneo del puente del Piles, que comunica el Muro con el parque de Isabel la Católica y el 'kilometrín', fue abordada por un individuo al que no conocía. La intentó estrangular y a punto estuvo de conseguirlo de no ser por la rápida intervención de un hombre que justo en ese momento transitaba en bicicleta por el mismo lugar.
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La víctima de este suceso, Ana Fernández Prieto, ha dedicado esta carta al que llama 'Mi Ángel de la Guarda'. Esta es la misiva completa:
Felipe. Mi Ángel de la Guarda.
Hacia las nueve y media, volvía a casa, después de caminar por el muro de San Lorenzo.
Saliendo del pasadizo inferior de la rotonda del puente del Piles a la avenida de Castilla, un desconocido se abalanzó sobre mí por la espalda, estrangulándome con su brazo.
No me habló, no me pidió dinero. No le vi la cara. Solo trataba de asfixiarme.
Luché todo lo que pude, pero su corpulencia era demasiado para mí.
Ya estaba prácticamente asfixiada, es muy duro porque eres consciente de que tu vida se acaba.
Pero en ese final, apareció un ángel, un valiente con mayúscula, un ciclista, un enfermero del SAMU, Felipe Carreño Morán, al que debo la vida, al mirar vio mi cara completamente morada y se dio cuenta de que no había tiempo.
Se enfrentó al agresor poniendo su vida en riesgo, quien inmediatamente le sacó un cuchillo.
Si Felipe hubiera pasado unos segundos más tarde, no estaría escribiendo estas líneas, no me quedaba oxígeno.
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Hasta aquí, un breve resumen de mi segundo nacimiento.
¿Por qué me animo a escribir estas líneas?
En primer lugar para dar las gracias a Felipe Carreño Morán.
El ciudadano que se bajó de su bicicleta de manera generosa y valiente y me salvó la vida.
Es difícil de encontrar las palabras adecuadas para transmitirle mi más profundo agradecimiento por su ayuda y valor.
En segundo lugar, manifestar mi agradecimiento a la Policía Municipal. Todos ellos fueron muy amables y comprensivos en mi estado de nerviosismo, en especial los dos agentes que detuvieron al agresor.
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Yo me enfado muchas veces porque me ponen multas, pero el viernes me di cuenta que en lo realmente importante también están ahí.
Aunque a mí me parece un mundo, porque Felipe estaba en riesgo, tardaron menos de cinco minutos en llegar. Rapidez y profesionalidad.
Y en tercer lugar:
Al parecer quien me atacó es una persona con problemas mentales.
A mi memoria me viene el triste fallecimiento de un niño hace unos años en el parque de Isabel la Católica.
Otra persona, también con sus facultades mentales alteradas, le quitó la vida delante de su madre.
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Voy recuperando poco a poco la normalidad pero en los momentos que aún recuerdo lo pasado me pregunto:
¿Esta persona atacará a otro inocente? ¿Se puede evitar? ¿Tendrá la suerte de salir con vida como yo?
¿Qué pasa con estas personas con ptología mental que andan por la calle y nadie les controla?
Muchas gracias de corazón a los que de una manera u otra me ayudasteis.
Ana Fernández Prieto.
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