Maharuf Amadu señala el lugar en el que se produjo el asalto, en la avenida de Galicia. J. C. TUERO
Gijón

«Eché a correr detrás del ladrón sin pensarlo»

Maharuf Amadu, de Ghana y que llegó hace 15 años en patera, posibilitó la detención del asaltante de mujeres al perseguirle hasta su piso en La Calzada

OLAYA SUÁREZ

GIJÓN.

Martes, 16 de febrero 2021, 00:28

«No lo pensé dos veces, vi que empujaba a la señora y que ella caía al suelo, así que eché a correr detrás de él por las calles hasta que se metió en un portal, no hay derecho a que pasen esas cosas...». Maharuf ... Amadu Bamba es de Ghana, tiene 29 años y a los 15 llegó a España en patera. Gracias a él, la Policía Nacional detuvo el sábado por la tarde a un individuo que perpetró dos robos con violencia en menos de media hora, dejando heridas a dos mujeres de edad avanzada. Una de ellas sufrió un traumatismo craneoencefálico como consecuencia del ataque.

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El primer asalto tuvo lugar en La Calzada y el segundo, apenas media hora después, en la avenida de Galicia, en El Natahoyo. «Yo iba caminando y de pronto vi que un hombre empujaba por detrás a una señora y se golpeaba la cabeza contra un coche, empecé a correr detrás de él, me parecieron varios kilómetros, hasta que de pronto se metió en un portal -en la calle Chile-. Volví otra vez hasta donde estaba la señora y ya había allí una ambulancia y la Policía, los llevé hasta el portal donde el ladrón se había metido», relata. Los agentes, guiados por Maharuf, comprobaron que en la primera planta había un piso compartido por varios jóvenes. Al preguntar a uno de los moradores, les permitió el paso a la vivienda y allí localizaron al sospechoso, quien llevaba un cuchillo de grandes dimensiones entre su ropa.

Hallaron la cartera de una de las víctimas en el cubo de basura de la papelera y la cazadora que les habían descrito los testigos. El domingo el delincuente, de 28 años y natural de Lugo, ingresó en el centro penitenciario de Asturias acusado de dos robos con violencia.

«La empujó por detrás y se dio un golpe fuerte en la cabeza contra un coche, solo me importa que la mujer esté bien»

Al preguntarle al héroe 'anónimo' si no le dio miedo que le pudiera hacer algo a él cuando lo perseguía, responde tajante: «Buff, no, en mi país he visto cosas muy peligrosas, esto no me dio miedo, solo quería alcanzarle y que la Policía lo pudiera coger», apunta. «Lo que más me importa es que la mujer esté bien, le pregunté a los policías cuando me volvieron a llamar para declarar y me dijeron que ya estaba en casa, pobre, lo tuvo que pasar muy mal...», lamenta el joven africano.

Familia a miles de kilómetros

Hace cinco meses que se trasladó desde Burgos a Gijón para vivir con su pareja, de origen irlandés y profesora de inglés. «He tenido una vida complicada, pero poco a poco voy saliendo adelante, ahora solo espero encontrar un trabajo, que alguien me dé una oportunidad para poder trabajar en lo que sea», dice, quitando hierro a las penurias sufridas cuando cruzó el Estrecho de Gibraltar en una lancha neumática, siendo menor de edad y dejando a toda su familia a miles de kilómetros.

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Han pasado catorce años y desde entonces Maharuf ha trabajado como soldador, repartidor, en temas de logística... Tiene la tarjeta de residencia y muchas ganas de «poder llevar algo de dinero a casa».

«Sé que la situación está muy complicada aquí con el coronavirus, pero estoy poniendo todo de mi parte para encontrar algo, de lo que sea», asegura.

La de él es la historia de miles de africanos que ponen en riesgo su propia vida por cruzar el Estrecho en busca de un porvenir digno en Europa y que en la mayoría de los casos se les niega en sus países. «A los inmigrantes se nos suele criminalizar, mucha gente piensa que venimos a robar y a cometer delitos y esos son una minoría, lo único que queremos es tener un trabajo y conseguir dinero para lo básico, para vivir», comenta.

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El gesto que tuvo el sábado y su valor para salir corriendo detrás del delincuente que acababa de atacar a la viandante, son ejemplo de civismo, que no entiende de fronteras, razas ni religiones. «Hice lo que hubiese hecho cualquier persona que lo hubiese visto», argumenta. Aunque lo cierto, es que se trata de un hecho extraordinario y digno de aplauso.

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