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No pudo ser. El via crucis del Santísimo Cristo del Perdón que iba a recorrer este sábado las calles del centro de Gijón a hombros de seis porteadores, con comienzo y final en la iglesia de San José, tuvo que realizarse en el interior del templo las catorce estaciones que recuerdan el camino de Jesús al calvario. Aunque a las 20.15 horas –quince minutos antes de la hora prevista para iniciar el via crucis– aún se planteaban salir a la calle, finalmente la lluvia hizo de las suyas y la imagen no salió de San José.
Una solución que dejó con un sabor agridulce al hermano mayor de la Ilustre Hermandad de la Santa Vera Cruz, Juan Antonio Rodríguez-Pládano, tras muchos meses de esfuerzo y dedicación para recuperar una tradición que se perdió hace décadas en Gijón. «No salió como esperábamos, porque el tiempo se puso caprichoso y la realidad se impuso a los deseos, pero a fin de cuentas se hizo todo dignamente y lo importante era hacerlo; para el año que viene será», señaló al término del acto, muy contento por «haber podido recuperar la tradición e incorporarla a la Cuaresma de este Gijón marinero que tiene ganas y sed de piedad popular».
Llevada a hombros de seis porteadores que se fueron alternando, la imagen del Santo Cristo del Perdón pasó por cada una de las catorce estaciones, representadas bajo los arcos de la iglesia de San José, y contó con la ayuda de la cofrade más joven de la Santa Vera Cruz, la pequeña Valeria, de 9 años, que se encargó de colocar el cojín sobre el que sus compañeros y su madre, Patricia Menéndez, apoyaban la cruz. Una vez llegados a la última estación, que hace referencia a cuando Jesús es sepultado, los porteadores levantaron la imagen del Cristo al tiempo que sonaba el himno de España.
Fue el momento más emotivo. La devoción de los feligreses se magnificó y de muchos de ellos empezaron a brotar las lágrimas que vaticinan la llegada de la Semana Santa. Dos de las cofrades más emocionadas fueron Belinda Sánchez y Rosa Cienfuegos, miembros de la Cofradía del Sagrado Corazón y de Santa Águeda. Tanto, que esta última fue incapaz de mediar palabra. «Todos los cristianos, especialmente los católicos, tenemos que unirnos en todas nuestras tradiciones. ¿Qué va a ser del mundo si no?», se preguntaba Belinda mientras Rosa, a su lado, asentía con la cabeza. «Si no hay Dios, no hay amor, y si no hay amor, hay guerra, así que necesitamos demostrar que somos puro amor, porque es lo que Dios nos ha enseñado y sin eso no tenemos nada», abundó.
«El buenismo, porque hay que ser buena gente», matizó Rosa. Pero «no el buenismo falso, sino el auténtico, el de corazón; el que nos han enseñado Dios y Jesucristo con su ejemplo», reiteró. Asistieron también Ignacio Álvargonzález, presidente de la Junta Mayor de Cofradías y Hermandades Penitenciales, y Álvaro Fernández, hermano mayor de la Cofradía de Nuestra Señora del Carmen.
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