«Entró y pidió un vaso de agua, iba en zapatillas de andar por casa. Me di cuenta de que era él»

«Fue todo muy rápido. Él entró y al verlo y mirarle que llevaba unas zapatillas de andar por casa ya me di cuenta que era él. Me pidió un vaso de agua y mientras una camarera se lo ponía, yo llamaba a la Policía, vinieron en cuestión de un minuto, les dije donde estaba sentado, entraron bastantes agentes a por él y se lo llevaron, no opuso resistencia», relata el hostelero, aún con el susto en el cuerpo por el sobresalto de la madrugada. Se da la circunstancia de que en ese mismo local se encontraban dos serenos tomando una consumición aprovechando su tiempo de descanso. Ellos también alertaron a la Policía al ver entrar al hombre, ya que conocían su descripción fisica. Explican que «entró muy tranquilo, se sentó y ni se le sentía». Al parecer, en el momento del arresto ya no portaba el cuchillo con el que perpetró el ataque.

Al parecer, el joven, de 24 años y con una grave patología mental, no habría tomado la medicación pautada en los últimos tiempos, pese a la insistencia de la madre. Este lunes, sobre las 9 de la noche, la progenitora salió despavorida de su piso de la calle Feijoó y busco refugio en un bar próximo. «Que me mata, que me mata», gritaba. Los dueños del local llamaron a la Policía. La madre le dio las llaves de casa a la primera patrulla que llegó y cuando entraron al domicilio se encontraron al joven aparentemente tranquilo, sentado en un sofá. Sin embargo, de forma sorpresiva, se levantó y con un cuchillo le provocó un profundo corte a uno de los agentes a la altura del mentón. «Dos centímetros más abajo y estaríamos hablando de una desgracia», lamentaban ayer sus compañeros, que desplegaron un amplio operativo por el barrio de El Coto y también por la playa de San Lorenzo, donde solía ir a pasear.

El joven es natural del concejo de San Martín del Rey Aurelio y recientemente se había establecido con su madre en el piso de la calle Feijoó. Ayer la madre abandonó esa vivienda acompañada de unos familiares.

El policía herido recibió el alta hospitalaria horas después del ataque y el agresor permanece desde las 4 de la mañana en el área de Psiquiatría del Hospital de Jove.

Lo buscaron durante unas seis horas, unos treinta agentes entre efectivos de la Policía Local y la Policía Nacional. Sobre las 23 horas una vecina de la calle Balmes alertó a los servicios de emergencia al relatar que acababa de ver pasar al sospechoso, cuya búsqueda ya había sido para entonces publicada en EL COMERCIO. Grabó un vídeo en el que se podía ver al prófugo. Vestía pijama oscuro, unas zapatillas de andar por casa y llevaba una toalla enrollada en la cabeza. Los buscaron por los patios interiores de los bloques de esas viviendas, por el garaje y los trasteros. Pero nada, se había vuelto a esfumar. Hubo que esperar horas. No quedó prácticamente ningún rincón sin mirar. Hasta que a las 4 de la madrugada el hecho de que entrase a beber un vaso de agua a un bar acabase por delatarle. La corpulencia, su peligrosidad y el hecho de que fuera armado con un cuchillo pusieron en jaque a la Policía, cuyo objetivo era encontrarle antes de que amaneciese y los ciudadanos volviesen a la calle, con el consiguiente riesgo que conllevaba.