MARÍA AGRA
Viernes, 6 de enero 2023, 00:24
Minutos antes de que los Reyes Magos hiciesen su entrada estelar en el Teatro Jovellanos, el patio de butacas ya estaba repleto de niños y mayores que aguardaban uno de los momentos más especiales del año. Los nervios estaban a flor de piel y los ... más pequeños no paraban de moverse sobre sus asientos preguntando a sus padres cuándo aparecerían Sus Majestades. Lejos de las mascarillas y las restricciones, se hacía imposible no respirar la ilusión que reinaba en el ambiente. Fuera del teatro las colas ocupaban más de la mitad del paseo de Begoña.
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La pequeña Noa, de cuatro años, vivió ayer por primera vez la llegada de los Reyes Magos al Puerto Deportivo y su recepción en el teatro. «Tiene muchísima ilusión por verles, siempre duerme mal esta noche y este año es cuando más cuenta se da de las cosas», señaló su madre, Cristina González, que confiesa que desde que tiene a la niña ella también lo vive con más intensidad. Paz Álvarez y su hija Irene, de 9 años, vinieron hace un año de Aranda de Duero (Burgos) y ayer conocieron por fin a los Reyes de Gijón. «Soy cómplice de esa ilusión y lo estoy disfrutando porque creo que ya van a ser los últimos años de vivirlo así», apuntó con cierta pena.
La misma ilusión que compartían los magos. Melchor, el más veterano, se mostró muy feliz de volver a reencontrarse con todos los pequeños: «Los niños de Gijón tienen un significado que no puedo ni expresar. Después de dos años complicados volvemos a ver las caras y sonrisas de esos niños que tan bien se portan con nosotros. Ha sido un viaje muy largo, pero tan largo como lleno de ilusión», reconoció antes de hacerles saber que, «como habéis tenido un comportamiento magnífico durante todo el año, traemos los camellos y los barcos llenos y llenos de regalos».
Gaspar les recordó que, ante una noche tan larga en la que recorrerán todas las casas para que ningún niño se quede sin regalo, tanto ellos como sus camellos necesitarán comer y beber para reponer fuerzas. Eso sí, «exclusivamente agua, nada de sidra asturiana», apostilló, no vaya a ser que se desvíen del recorrido.
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Y Baltasar, uno de los más aclamados, les prometió que pueden estar tranquilos porque «todos vais a tener vuestros regalos». El príncipe Aliatar fue el último en dirigirse a los pequeños. Les contó cómo había llegado a ser príncipe y acompañante de los Reyes y dio un toque a los más desordenados: «Habitación que no esté recogida, habitación en la que no se dejarán muchos juguetes», bromeó. No quiso abandonar el lugar sin mencionar también a los padres, madres y abuelos que, como los niños, viven estas fechas con toda su ilusión y les aseguró que en su cargamento también hay regalos para ellos.
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