Despliegue por dos niños de cinco años que estaban solos en un piso de Gijón

Llevaban solos «varias horas», llorando y llamando desesperados a su madre. La Policía Nacional y los bomberos intervinieron en la noche de ayer en un piso de la calle San Nicolás, en el límite entre Pumarín y Contrueces, por un presunto delito de abandono de menores. En la vivienda, encerrados, había dos niños de cinco años. Tenían las ventanas abiertas, en una quinta planta, y cada poco tiempo se asomaban y sacaban la cabeza para mirar a la calle.

Fueron los vecinos del bloque los que llamaron a los servicios de emergencia, cuando ya pasaban de las 21 horas y los pequeños seguían solos. Agentes de la Policía Nacional se personaron en el piso, llamaron al timbre y hablaron con los niños a través de la puerta. Les tranquilizaron y les preguntaron si estaban solos y si tenían forma de abrir la puerta. Los pequeños estaban nerviosos y llamaban a su madre.

Fuera, en la calle, se vivieron momentos de angustia cada vez que uno de los pequeños se asomaba a una de las ventanas de la vivienda, en la esquina de las calles San Nicolás y San Matías. Cuando todo el operativo estaba en marcha y la Policía esperaba la llegada de los bomberos, hizo acto de presencia la madre de los niños. Llegaba en un taxi acompañada de su hijo mayor, adulto, procedentes de una tarde de compras del centro comercial Los Fresnos.

La mujer no había podido ser localizada, ya que sus hijos son muy pequeños para saber el teléfono de la madre y los vecinos tampoco lo tenían. «¡Uy, los niños!», dijo en cuanto se bajó del taxi y vio el amplio dispositivo policial. Rápidamente subió con los agentes al piso. Pero se encontraron un nuevo problema: los pequeños habían introducido una llave por dentro y no eran capaz de abrir desde fuera.

Finalmente, los bomberos tuvieron que desplegar el camión autoescalera para acceder a la quinta planta por una ventana que estaba abierta y conseguir poner a salvo a los niños. Quedaron al cuidado de su hermano mayor mientras la madre era conducida a la Comisaría para declarar sobre las circunstancias que rodearon el episodio.

«Los dejamos a veces solos si vamos a la compra o hacer algunos recados, pero nunca están solos más de una hora», relataba a EL COMERCIO el hermano mayor. La familia, de origen latinoamericano, reside desde hace un tiempo en el edificio. «No es la primera vez que los niños quedan solos y lloran», aseguraron los vecinos. «Cualquier día va a haber una desgracia como los sigan dejando solos», razonan.