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laura fidalgo
Miércoles, 9 de marzo 2022, 17:21
La iglesia de San Nicolás de Bari se quedó esta mañana pequeña para acoger a todos los familiares, amigos y compañeros de trabajo que quisieron dar su último adiós al catedrático de la Universidad de Oviedo Paolo Priore, que falleció ayer debido a una enfermedad ... hematológica. Ante la parroquia, decenas de seres queridos se volcaron con María Dolores Moreno y Paolo Priore, padres del fallecido, con su mujer, Susana Pérez-Arango, y su hija Carla, que, entre lágrimas en los ojos, agradecieron y se refugiaron en cada una de las personas que se acercaron para brindarles su apoyo. Su dolor era tan «extremo» que tan solo sus nietas fueron capaces de apaciguarlo entre abrazos y muestras de cariño infinitas. «¿Cómo voy a hablar sobre Paolo si su pérdida nos ha dejado sin palabras?», se preguntaban algunos de los allegados de Priore, que, a pesar de ello, no dudaron en recalcar que estaban despidiéndose de una persona «imposible de reemplazar».
El párroco, Iván González, junto a Marcelino Montoto y Germán Padín, párroco de la Iglesia de La Milagrosa y claretiano del Corazón de María, respectivamente, recibieron a los seres queridos de Priore entre palabras de consuelo y esperanza. «Era una persona amada y respetada tanto por su trabajo e investigaciones como por su enorme calidad de vida», destacó, a la vez que lamentaba que «el joven Paolo se encontraba en la madurez de la vida», pues, falleció a los 55 años.
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Decía Montoto que la mayor lección que nos toca estudiar en la vida es la de aprender a vivir un amor incondicional. A su vez, recordó a cada uno de los presentes que «es fundamental poner vida a los años y no años a la vida». «Paolo era una de esas personas que sabía mucho de poner vida», subrayaba el párroco de La Milagrosa. Tras unas breves palabras recogidas de un poema de San Juan de la Cruz, se dirigió personalmente a «mi querida Carla», hija de nueve años del fallecido. A modo epistolar, le recordó la carta que él mismo le entregó el día de la comunión de la joven. «Te pedí que la leyeras por la noche tras estar todo el día de fiesta con tus padres. En el final te decía las dos cosas más importantes. La primera, que Dios no dejaría de estar a tu lado, y la segunda, que tus padres te acompañarían y educarían siempre», recordaba compungido. «Hoy me tienes aquí despidiendo a tu padre, por lo que te pido perdón», lamentaba. Pese a ello, entre gestos de esperanza, le hizo saber a la pequeña que «tu padre estará de cualquier otra manera contigo, así que te pido que nunca hables de él en pasado».
Seguidamente, el sacerdote transmitió a Carla algunos de los mensajes que le habían hecho llegar sus compañeros y profesores del Corazón de María, colegio donde también estudió su padre. «Queremos seguir contigo el camino que tu padre construyó con tantos alumnos, enseñándote en tres claves: ilusión, responsabilidad y alegría». De esta manera, hicieron hincapié en que «el colegio Codema es tu hogar, donde siempre estarás acompañada en todo lo que necesites».
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