EUGENIA GARCÍA
GIJÓN.
Sábado, 3 de agosto 2019
Lo lleva en el nombre. Nuevo Roces es un barrio joven, de edificios en su mayoría de reciente construcción y «tranquilo». En una rápida vuelta por sus calles, el paseante se cruza con numerosas embarazadas y madres y padres primerizos empujando carritos de bebé. Ayer, ... en esos paseos o en los chats de las comunidades vecinales no había otro tema de conversación a pesar de que, paradójicamente, todo el barrio quedó mudo de espanto. «Es desgarrador pensar que puedan hacerle algo así a un ser tan frágil». El sentimiento de sus habitantes, resumido por una de ellas, Lena Álvarez Pidal.
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A medida que avanzaba la mañana y la noticia adelantada por EL COMERCIO se difundía entre los vecinos, aumentaba la consternación. «Tengo la piel de gallina», manifestaba visiblemente afectada Amaya M., vecina de la zona desde el año 2011. «Estoy totalmente impactada. Tengo un bebé de ocho meses, y aquí estamos todas con bebés o niños pequeños», lamentaba. Otra reciente mamá, Alba Quince, vive precisamente en la calle donde fue encontrado el cadáver del bebé. «Mi corazón está en un puño pensando en la cantidad de gente que quiere tener un hijo y no puede, y que alguien haga esto...», opinaba, haciendo gala de su empatía mientras empujaba el carrito de su hijo de mes y medio de edad.
«Incomprensible», «espeluznante», eran algunas de las expresiones empleadas por los habitantes de Nuevo Roces para describir lo sucedido. Entre la incredulidad y la tristeza también encontraban lugar para la indignación: «No puedo entender que una persona pueda hacer algo similar con su propio hijo, con alguien tan indefenso. Un bebé es algo sagrado», insistía María de los Ángeles Gutiérrez. Elena Arias, por su parte, se preguntaba: «¿Quién tiene alma para hacer eso?». Lleva ocho años en el barrio y aseguraba que «estamos todos temblando». «Oyes cosas así en el telediario y da pena, pero cuando ocurre al lado de tu casa te quedas frío. Es tremendo». En Nuevo Roces, coinciden sus vecinos, «no se suelen ver cosas raras». Los sucesos son algo muy puntual y, desde luego, «nadie esperaba que aquí pudiera ocurrir algo tan grave». La seguridad, aseguran, no es un problema. «Viernes y sábados se ve a la Policía patrullar, no parece para nada un barrio inseguro», reflexionaba Bryan Espiniella.
Como de costumbre en este tipo de circunstancias, también hubo lugar a la especulación y las opiniones encontradas. «Es muy extraño, pero me da que va a ser alguien de la zona, porque a esas horas de la madrugada, ¿de dónde va a venir?», conjeturaba Rosa Mediavilla en la misma calle en la que se encontró el cadáver. Sonia Abad pensaba algo totalmente opuesto: «No creo que lo haya podido hacer una mujer sola y pienso que fue alguien de fuera que lo trajo hasta aquí». Solo la investigación podrá arrojar luz sobre lo que ocurrió antes de que el recién nacido acabara en el interior de un contenedor.
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