La boda que simboliza el inicio de la normalidad

Ya lo dijo la edil Salomé Díaz: «Esta boda tiene un doble significado: alegría por vuestra unión, y también porque es señal de que vamos retomando la vida».

A las siete menos cuarto de la tarde, los invitados fueron siguiendo un estricto protocolo tutelado por diversos oficiales, entre ellos Marcos García: «Dejan abajo, en una mesa, los Documentos Nacionales de Identidad, y nosotros, sin tocarlos los vamos revisando. Luego, suben con las mascarillas, se vierten gel hidroalcohólico en las manos y, una vez dentro, ya pueden quitárselas», explicó.

Lo más llamativo fue el espacio entre los veinte invitados que asistieron, contando con los testigos, los funcionarios y la oficiante. Con respecto a los novios, hubo alrededor de cinco metros de distancia, y entre ellos, dos.

Y otro de los cambios con respecto a la dinámica previa a la pandemia, fue que «para firmar las actas no se suben a la tarima, lo hacen desde abajo y cada uno con su bolígrafo, sin compartirlo», aclaró la concejala.

En septiembre se irán, si las cosas continúan mejorando, a Granada, para celebrar la luna de miel. «El crucero que nos aplazaron para el próximo año será para celebrar nuestro primer aniversario», dijo Pablo.

Ambos quisieron destacar la labor de Lydia Valledor, diseñadora del vestido; Carolina, de Diot estilistas; floristería Raíces; detalles La Sposina; boutique Juan Moda; a los fotógrafos My Special Studio Photography; y al protocolo del Ayuntamiento porque, dijeron, «sin ellos no hubiera sido posible nada, dada la situación».