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MARLA NIETO
GIJÓN.
Domingo, 7 de junio 2020, 00:30
Ante un incendio, lo más importante es dejarlo todo como está, calzarse y salir a la calle cuanto antes. Los vecinos de la torre de La Estrella, en El Natahoyo, lo vivieron en primera persona hace una semana. Para todos, un episodio ... difícil de olvidar.
Mercedes Jiménez -que vive en la planta decimocuarta, puerta uno- fue una de las que, dentro de lo que cabe, más suerte tuvo, pues en esa altura el fuego no causó tantos estragos. Además, su puerta tampoco da hacia los conductos por donde pasaban los cables, por lo que no tuvieron ni que salir el día del incendio. «Mi marido y yo nos quedamos en casa, y menos mal. Cuando salimos a la escalera, vimos una auténtica chimenea de humo, así que tomamos la decisión de volver dentro. Llamamos a los bomberos y, justamente, nos dijeron que era lo mejor que podíamos hacer. Pusimos un montón de toallas mojadas por el suelo y eso ayudó mucho para evitar que se quedase impregnado el olor intenso».
María Luisa de la Vega, que reside en la séptima planta, en la puerta número siete, dice no haber sido de las más afectadas para la planta en la que se encontraba (la sexta fue la que registró los mayores daños). «Fue una odisea, la verdad. Tuve que bajar siete plantas con mi marido, que tiene una incapacidad, y luego volver a subir, pues el ascensor no funcionaba. Al día siguiente nos trasladamos al Hotel 44, y ahí seguimos». Mañana ya volverán a su domicilio, igual que el resto de vecinos que todavía no lo han hecho.
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María Elena Noriega -residente en la decimocuarta, en la puerta siete- bajó en pijama y deportivas en cuanto vio lo que estaba sucediendo: «Mi hija se estaba duchando y ella ya se dio cuenta de que la presión del agua no era la de siempre. Pensamos que era algo nuestro particular, como si algo de casa se estuviera quemando, y miramos los enchufes por si acaso y el calentador. Luego ya, al ver que se ponía más grave la situación, dije: 'Vamos a ponernos cualquier cosa y salimos'. Nos pusimos dos toallas pequeñas y húmedas en la boca y bajamos».
Ella está hospedada en el hotel Don Manuel y considera que «aún es pronto para volver. Dentro del edificio se respira el olor a cable quemado y eso es muy insalubre. Tenemos diez días, así que los agotaré y luego vendré a seguir limpiando bien todo, pero aun así no será suficiente. Es poco tiempo». Además, aún están sin internet, y según le contaron a María Elena, «instalar la fibra va a ser una tarea compleja».
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Esta residente de la torre de La Estrella -con 200 vecinos- confesó que se quedaron en 'shock': «La verdad es que uno no se espera que le pase esto, teníamos esos contadores que llaman 'inteligentes', pero está claro que nunca se sabe».
El gerente del grupo La Campa -empresa que lleva la limpieza-, Diego Estévez, aseguró que «todavía hay mucho que hacer. Empezamos el jueves por la tarde y ya vamos a pintar. Lo ideal es limpiar, reparar los defectos, mandar ropa y demás a la tintorería, pintar y finalmente ponemos el cañón de ozono».
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