Crimen de Tremañes | Los investigadores, sorprendidos con la brutalidad empleada por el homicida

Le golpeó en numerosas ocasiones con un objeto contundente. Lo hizo con fuerza, pero evitando en todo momento la cabeza de la víctima, con un grado de politraumatismos que sorpendió incluso a los propios investigadores. No había sangre en la escena del crimen, pero el estado del cadáver ofrecía una idea de la violencia con la que se había desarrollado lo ocurrido, producido por, coinciden fuentes cercanas al caso, una persona completamente fuera de sí. Por todo ello y tras una primera ronda de declaraciones la jueza a cargo de la instrucción decretó ayer el ingreso en prisión comunicada y sin fianza de Alberto Aguirre como presunto autor de un delito de homicidio, una calificación que podría modificarse a medida que avance la investigación de lo ocurrido.

Lo hizo después de escuchar a los testigos porque el detenido se acogió a su derecho a no declarar tras negar haber sido el autor del crimen. También declaró la viuda del fallecido, como testigo, y los agentes que participan en la investigación. Aguirre, presuntamente, se ensañó con quien había sido su amigo, pero no hubo sangre ni golpes directos en la cabeza. Esa es una de las razones por las que fuentes cercanas a la investigación abren la puerta a que el crimen no fuera planificado, al menos en un primer momento. Tras la paliza, el detenido habría abandonado la casa a pie, siendo detenido a las pocas horas gracias al testimonio aportado por la viuda, quien siempre desconfió de quien había residido en su domicilio durante poco más de un mes.

Por su parte, una vez finalizada la labor de los forenses, el cadáver fue entregado ayer a la familia que continúa consternada por lo ocurrido. «Sigo sin poder dormir en mi casa. Tengo miedo», comentaba ayer la viuda de 'Quili', quien llegó a cruzarse al presunto autor del crimen cuando este abandonaba el domicilio.

Alberto Aguirre llegó ayer al juzgado pasadas las 9 de la mañana. Lo hizo en un furgón de la Guardia Civil, tras pasar casi 48 horas en el calabozo del cuartel de la Benemérita en Contrueces. Apenas unas horas después, volvía a subirse de nuevo al vehículo, esta vez con destino al centro penitenciario de Asturias, donde permanecerá, al menos, hasta que finalice la instrucción del caso. De allí salió hace apenas tres meses, cuando terminó de cumplir una condena anterior por asesinar brutalmente y quemar a un mendigo en Bilbao. En aquella ocasión, en un primer momento, Aguirre negó haber cometido el crimen y culpó de ello a un grupo de neonazis. Finalmente, y por el peso de las pruebas que había contra él, terminó confesando el crimen ante el juez. Aquello le costó 20 años entre rejas que, parece, no sirvieron para que el joven, de apenas 1,50 metros de estatura y con un trastorno mental diagnosticado, se integrase en la sociedad. De hecho, es al no contar con ningún sitio adonde ir como termina en casa de 'Quili', antiguo cuatrero que cumplía condena por impagos en la pensión a uno de sus hijos. Ambos comparten celda durante el último tramo de sus respectivas condenas y forjan una buena relación que tan solo se ve alterada en una ocasión, tras una disputa violenta sobre la que el fallecido no llegó a revelar los motivos a nadie de su entorno. Es esta riña a la que apuntan fuentes cercanas a la familia como posible germen de la discusión que, tres meses después, terminaría con 'Quili' muerto. «Le decía que cómo se le había ocurrido meter a alguien así en casa. Era una persona que estaba siempre colocada, que no sabía hacer nada y con actitudes muy raras», cuenta su viuda, quien nunca confió en quien, presuntamente, terminó con la vida de su marido.

La investigación, que se encuentra pendiente del resultado de varias pruebas, determinará hasta qué punto Aguirre volvió a reincidir en su conducta.