Celestino García Valvidares durante la entrevista. ALBERTO SÁNCHEZ
Celestino García Valvidares, condenado a 5 años de cárcel por el homicidio imprudente de Silvia Hernández en 2016

«No puedo estar conforme con la sentencia porque yo no maté a Silvia»

Ya ha cumplido dos de los cinco años de prisión a los que ha sido condenado. «Para volver a la cárcel nunca se está preparado»

Sábado, 23 de julio 2022, 04:17

El Tribunal Supremo le consideró esta semana culpable de un delito de homicidio imprudente y otro de lesiones. Le reduce, por tanto, de 12 a 5 años la pena de cárcel que la Audiencia Provincial le había impuesto por homicidio con omisión de socorro. Celestino García Valvidares (Gijón, 1969) tendrá que entrar en las próximas semanas a prisión a cumplir la parte restante de su condena -en 2016 ya estuvo en la cárcel durante dos años de manera preventiva-. «Para volver ahí dentro nunca se está preparado. Tengo miedo y una hija que no quiero que me vuelva a ver entrar en prisión».

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-¿Cómo se siente después de la considerable reducción de su condena?

-Tengo cierta sensación de alivio, pero no estoy contento porque yo a ella la cuidaba y la quería. Recibo de buen grado la reducción de la pena de prisión, pero no puedo estar conforme porque yo a Silvia no la maté.

-¿Qué fue lo que sucedió aquella noche del 13 de marzo de 2016?

-Después de ir a cenar a una sidrería, ambos llegamos bebidos a casa -apunta que en la vivienda no tenían ni luz ni agua-. Ya en la vivienda discutimos, ella no paraba de gritar y la quise echar de casa. En ese momento ella agarró un cuchillo y se intentó cortar las venas. Algo que ya había intentado en varias ocasiones. Se lo intenté quitar, pero en el forcejeo fue cuando hubo los dos pinchazos.

-Dos pinchazos de un centímetro que le perforaron el estómago y el pulmón, ¿usted llegó a ver las heridas?

-Sí, e incluso se las curé. Le insistí en que fuéramos al hospital pero me amenazaba con suicidarse si llamaba a una ambulancia. Le curé las heridas pero realmente no sangraba mucho. Yo no la dejé morir.

-Los hechos que narra sucedieron la madrugada del domingo y Silvia falleció la madrugada del lunes. ¿Qué pasó en esa vivienda durante todo ese tiempo?

-El domingo sí dijo que le dolía la barriga, pero ambos pensamos que sería de los golpes de una caída previa que había tenido en la calle. Yo le insistí en ir al médico pero ella seguía amenazándome con suicidarse. Además, las heridas seguían sin sangrar. Ya como a las seis de la mañana del lunes me desperté y ella estaba muerta en la cama; fue ahí cuando llamé al 112.

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-¿Cómo era la relación que tenía con Silvia?

-Llevábamos cuatro años de relación. Teníamos nuestros altibajos, pero yo a Silvia la quería mucho y ella a mi también. De verdad que la quería mucho. Aquella noche yo intenté que no se cortara las venas. Si sé que su vida corría peligro, es obvio que hubiera llamado a la ambulancia. Siempre la cuidé e intenté que tomara la medicación.

-En 2013, Silvia le denunció y usted fue condenado por un delito de malos tratos, ¿que sucedió en esa ocasión?

-A ver... porque ella me pegó cuatro bofetones, yo le agarré los brazos y le quedaron moratones. Pero bueno que fue el fin de semana y el lunes a primera hora ya estaba fuera. Ella quitó la denuncia. Si le puse la mano encima era para defenderme yo. Muchas veces me dejaba la cara como un mazapán. Lo que tenía que haber hecho era haber cortado la relación por aquel entonces. De aquella denuncia salimos ambos con una orden de alejamiento, que los dos incumplimos.

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-¿Toda la culpa era de Silvia?

-No quiero dar esa imagen, pero Silvia era muy inestable y me pegaba sin venir a cuento. Yo tengo cortes en la muñeca que me hizo ella con un cuchillo. Otra vez me dejó con un trozo de la oreja colgando. Yo lo que no quería es que ella entrara en prisión.

-¿Y con la familia de Silvia cómo era la relación?

-La familia no quería saber nada de ella ni yo de ellos. Ni su padre ni su madre la querían en casa por todos los problemas que tenía (Silvia tenía un 70% de discapacidad psíquica). Con su tío coincido en el Albergue Covadonga y con su padre me llevaba bien. De todas formas, aprovecho para pedirle perdón de nuevo a la familia.

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-Tendrá que volver a la cárcel...

-Lo intento llevar lo mejor posible pero para volver a prisión nunca se está preparado. Esperemos que me conceden el tercer grado lo más rápido posible. Tengo miedo. Sé que las voy a pasar putas porque tengo una hija de 21 años que no quiero que me vea en esa situación.

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