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OLAYA SUÁREZ
GIJÓN.
Martes, 15 de septiembre 2020, 00:52
Durante los escasos diez minutos que duró su declaración, se afanó más en demostrar que no mantenían una relación sentimental que en explicar lo que realmente pasó aquella noche del 13 de febrero en 2018 en su casa de Navia. Javier Ledo, acusado de la muerte de la gijonesa Paz Fernández Borrego, aseguró ayer durante la primera sesión del juicio en la Audiencia Provincial que no eran pareja ... y que únicamente «había contratado sus servicios un par de veces en 2011» y que años más tarde, en 2017, se habían reencontrado en Navia. «Nos veíamos alguna vez, pero no era que quedásemos, nos veíamos por ahí», apuntó.
Lo que sí admitió es que el día de autos la había invitado a cenar. «Iba a Navia con frecuencia porque tenía allí un cliente y aquel día nos vimos en un bar y le dije que si venía a cenar a casa, me fui a prepararlo y cuando llegó estaba muy bebida y muy disgustada porque había echado a las tragaperras el dinero que necesitaba para arreglar la caravana», declaró, solo a las preguntas formuladas por su abogado. Se negó a responder a la fiscalía, a las dos acusaciones (la ejercida por los dos hijos de la víctima y la que representa a su madre y sus hermanas) y al abogado del Estado.
Según su versión -la cuarta que ofrece desde su arresto- se inició entre ambos una discusión por un sobre con dinero. «Tenía en casa un sobre con 600 euros, le dije que le dejaba 100 para el taller, pero cuando me di cuenta, el sobre no estaba. Le pedí que me lo devolviese, me dijo que no lo tenía, la agarré para que me diese su bolso y me empujó, fue entonces cuando cogió un rodillo de la cocina y le di en los brazos para que lo soltase. Ella se fue por las escaleras echando pestes», añadió.
Desde arriba, prosiguió, escuchó «un estruendo y cuando miré la vi abajo de rodillas y que de pronto caía hacia atrás». «Tenía un somier encima y un charco de sangre, bajé rápidamente, le tomé el pulso y al ver que no tenía, la di por muerta...», dijo sin cambiar el gesto.
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Sobre el por qué no llamó a los servicios de emergencia, se escudó diciendo: «Pensé en llamar a la ambulancia, a la Policía... Pero luego me asusté y creí que me iban a quitar a mi hijo, como así está siendo, así que cogí el coche, pensé en suicidarme y no sé cómo acabé en la carretera de Villayón». Fin del relato.
No aclaró -tampoco su abogado le preguntó- por qué había arrojado el cadáver al río y por qué las dos semanas que pasaron hasta que hallaron el cuerpo en el embalse de Arbón aseguró que esa noche no la había visto. El posicionamiento de su teléfono móvil evidenció que había recorrido los 20 kilómetros entre Navia y Arbón. Los hizo, supuestamente, en el coche de la propia víctima, que luego aparcó lejos de su domicilio y que a los tres días limpió en profundidad y dejó estacionado en el aparcamiento del Hospital de Jarrio.
Según se desprende de las investigaciones, envolvió el cadáver en una manta, le tapó la cabeza con una bolsa y lo trasladó en los asientos traseros del vehículo hasta el puente del embalse. Lo arrojó desde una altura de 20 metros. Se volvió a subir al coche y se deshizo del bolso y el teléfono móvil de la mujer, tirándolos también al agua.
Paz Fernández Borrego tenía 43 años y dos hijos, uno adolescente y otra pequeña de tan solo cuatro años. Residía en el barrio de Nuevo Roces y sus allegados la recuerdan como «una chica jovial y muy buena gente». Sus planes quedaron trucados de forma abrupta. Las acusaciones consideran que el origen de la disputa no fue otro que los celos, ya que la noche del crimen Paz habría recibido varios mensajes de su exnovio, con quien mantenía una buena relación y con quien había quedado justo al día siguiente.
La primera sesión del juicio en la Sección Octava de la Audiencia Provincial se inició a primera hora de la mañana con la formación del jurado popular y continuó con las intervenciones del fiscal y los abogados, quienes explicaron a los integrantes del tribunal popular sus distintas posturas sobre los hechos que se juzgan. El fiscal considera que se trata de un homicidio y solicita para el procesado una condena de 15 años de prisión, al igual que el abogado del Estado. Las dos acusaciones particulares consideran que lo ocurrido es constitutivo de asesinado y solicitan 25 años de cárcel. La defensa mantiene la libre absolución y de forma subsidiaria que se le considere autor de un delito de imprudencia muy grave, que acarrea tres meses de cárcel. La vista oral continúa hoy.
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